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Por JHEYNER A. DURANGO HURTADO
Martina Weil Restrepo es consciente de que siempre la referenciarán como “la hija de”.
“Pero eso no quiere decir que vaya a vivir a la sombra de ellos”, asegura la jovencita.
A sus padres les cuesta definir en qué se asemeja, físicamente, a ellos.
A simple vista se podría decir que de su mamá luce el color rubio del cabello, el blanco de la piel y el café de los ojos, además de los labios y dientes pulidos.
De su papá, las cejas delgadas, la nariz puntiaguda, los hombros anchos. También una espalda grande, largos brazos, buena estatura y fina sonrisa.
“¿Qué parte de mi cuerpo me sacó a mí? Yo creo que nada”, expresa, dejando soltar una carcajada, la madre, quien a sus 49 años de edad mantiene en su rostro un toque de juventud; es como si los años no le pasaran. Su esposo, de 56, parece un roble.
“Me veo reflejada en ella en su manera de gesticular, como se para, se mueve... pero es difícil afirmar qué semejanzas físicas tiene mías o de mi esposo”, agrega la progenitora, quien se sonroja cuando se le recuerda que la mujer que ahora tiene 19 años les heredó la genética para el atletismo. Y eso que el amor por esta disciplina no lo despertó a temprana edad, ni ellos la obligaron a asistir a las pistas; eso sí, que practicara algún deporte, sin importar los resultados y alcances. Le inculcaron todo eso, como si se tratara de una religión, desde niña.
Veloz como la mamá
Martina es hija de la antioqueña Ximena Restrepo, quien en los Olímpicos de Barcelona-1992, en los 400 metros planos, se convirtió en la primera mujer colombiana en conquistar una medalla -bronce-, así como del chileno Gert Weil Wiesenborn, que dominó, en bala, el atletismo suramericano entre 1980 y 1990.
Así como “la Gacela”, como apodaban a Ximena, su hija tiene dotes para la velocidad y, coincidencialmente en la misma prueba que hizo grande a Ximena.
El pasado mes, en el Campeonato Suramericano sub-23 de atletismo, en Cuenca, Ecuador, venció en los 400 metros planos, y de paso, con tiempo de 52 segundos con 60 centésimas, impuso marca nacional de Chile, que tenía María Fernanda Mackenna, en 53,13, desde abril pasado; además mejoró el registro sub-20 (53,90), que estaba en poder de la deportista de ascendencia colombiana desde los Juegos Suramericanos en Cochabamba, en mayo.
Según esto, Martina está a poco más de 3 segundos de la mejor marca suramericana que posee, casualmente, su mamá (49.64 desde el 5 de agosto de 1992, lograda en Barcelona, durante la final olímpica).
“Se vuelve muy entretenido, la pasamos bien, conversamos el mismo idioma, llena aún más la vida de que estemos todos en casa girando alrededor de un mismo tema, pues no solo Martina, sino también la hija menor, Franka -14 años- se empieza a interesar por este deporte. Nos llena de alegría que cojan sus caminos por el atletismo, ya que este nos brindó bastantes alegrías”, cuenta Ximena.
“Y amores”, la interrumpe Gert, al rememorar que hace 30 años, en los Olímpicos de Seúl-1988, además de obtener su mejor resultado como atleta -sexto en impulsión de bala- flechó el corazón de Restrepo.
“Ya llevamos 26 de casados, eso para mí es un hito importante, un sentimiento que trajo sus frutos con dos niñas que siguen nuestros pasos”.
El hombre, que con sus fuertes brazos volteaba autos en comerciales de televisión, comenta que Franka se está interesando en la bala, y que si bien Martina es especialista en velocidad, el cariño por esta modalidad lo adquirió apenas hace unos cuatro años.
“Antes, Martina no quería que la gente le atribuyeran sus logros porque es hija de... Es muy inteligente e independiente en su forma de pensar. Con el paso del tiempo fue entendiendo que los buenos resultados son producto de un trabajo, de un compromiso personal”, asegura Weil.
Fue el profesor Carlos Moreno, del Villa María Academy, donde Martina se graduó como bachiller, quien le hizo despertar su talento para el atletismo. “El mérito es de él, porque ella estaba entrenando baloncesto. Le hizo entender que tenía condiciones, la llevaba a carreras y ahora ella es la más motivada en lo que hace”, comenta Gert; mientras Ximena continúa. “Nuestra única exigencia es que hagan un deporte, porque sabemos lo importante que es hacer actividad física para la salud, la recreación y la vida”.
Martina quiere llegar lejos con sus veloces zancadas.
“Claro que tengo objetivos y sueños por cumplir, pero solo pienso en qué puedo hacer hoy para llegar a esas metas. No puedo afirmar que voy a lograr esto o aquello porque algo que esté presente constantemente produce estrés. Por fortuna tengo el apoyo y las enseñanzas de mis papás. Sé que debo comer y dormir bien, entrenar fuerte y las horas que corresponden, de esa manera podré conseguir cosas importantes para ganarme también un nombre, voy día a día”, añade Martina que, sin presión, ya comenzó a imponer aquellos dones que heredó de quienes siguen siendo recordados por sus gestas n