viernes
7 y 9
7 y 9
¡Mariana, te amo! El grito espontáneo de los aficionados se escuchó varias veces en el coliseo Yesid Santos mientras la bicampeona olímpica y sus compañeros del BMX recibían honores.
Habían transcurrido casi tres horas de desfile bajo un sol inclemente y aún quedaban fuerzas para elogiar a la chica que con sus pedalazos y carisma se robó el corazón de los colombianos.
“Gracias, Mariana”, también sonó con fuerza ayer en las calles de Medellín al paso de la caravana que partió a las 9:30 a.m. de Ciudad del Río y finalizó al mediodía en la unidad deportiva Atanasio Girardot, luego de pasar por Guayabal, la Minorista, Ruta N, la U. de A., el Parque Explora, el Jardín Botánico, la 65 y la calle Colombia.
En lo más alto del Turibús, antecedido de un carro de bomberos con su ensordecedora sirena, la Tata y Carlos Ramírez (bronce en Río) levantaban los brazos y mostraban con orgullo las medallas que con ardentía ganaron en la pista brasileña, a lo que la gente respondía con aplausos.
Admiradores por doquier
Al sitio de salida llegó Carlos Ignacio Giraldo, llamado la “Sirena Humana” por los sonidos que imita con su boca. Ataviado con un traje amarillo, azul y rojo, y trotando, hizo todo el recorrido.
Mary Luz Quiroz arribó desde del barrio Belencito Corazón. Tenía puesta la camiseta de Colombia y su sonrisa lo decía todo: “estos chicos me ponen a sufrir y a suspirar, son unos guapos”, dijo ante la aprobación de Gloria Vásquez, otra seguidora del BMX que agregó que “los Olímpicos son pura hermandad”.
Natalia Vásquez, integrante del grupo de fans de Mariana Pajón, elaboró un cartel para la deportista que “le da grandeza al país”.
María Jesús Maya (55 años) desafío el sol y desde el centro se unió a la caravana. “Pues yo dije, voy hasta que alcance”. Y a la altura del Jardín Botánico logró un trofeo inesperado: Mariana, al ver el esfuerzo de la mujer de tez morena y quien tiene una hija que se llama como la medallista, hizo que la subieran al bus y con un saludo tierno llenó de emoción a su seguidora.
“Cuando la vi a ella me dio por llorar, de la pena. Es como si fuera una hija de uno, yo la vi por televisión, su esfuerzo y la admiro”, contó María Jesús mientras descendía del vehículo con un ramo de flores, en el estadio, al final del desfile.
Remate emotivo
Al comienzo del trayecto hubo poca concurrencia, pues el horario laboral y de estudio hizo que muchos frustraran sus intenciones de ver de cerca a los deportistas, y solo les quedó la opción de abrir los ventanales de los edificios para, desde allí, ondear la bandera nacional para saludar a los campeones.
“Se me pone la piel arrozuda”, exclamó en las afueras del centro comercial Monterrey una señora de unos 60 años que con dificultad sacaba su celular para registrar el acontecimiento.
La calle Colombia fue la más generosa en público. La multitud abrazó a los bicicrosistas, en especial a Mariana que descendió del auto de turismo rodeada de policías. Todos querían saludarla, tocarla o tomarse una foto con ella.
José Paulo Rojas, montado en su cicla, sostenía con su mano izquierda un banderín con la imagen de la corredora: “es una niña que brilla con o sin bicicleta. Es linda, una persona muy especial”.
Un estribillo, orquestado por un muchacho que se subió a un árbol, interrumpió a José Paulo. “Ahí están, ellos son, el orgullo de la nación”.
Entre el tumulto los homenajeados ingresaron al coliseo Yesid Santos, al que Mateo Gaviria llegó con dificultad, pues por momentos se le vio correr con sus muletas para ubicarse en un buen lugar. Este soldado que sufrió una lesión en su pierna derecha y está en proceso de recuperación, no se quería perder la cita.
Estaba feliz, al igual que Héctor Galeano, un hombre flaco y de cabello negro que cuando vio pasar a Mariana se sintió pleno: “esa culicagada es un pájaro cuando está montada en la bicicleta”.
Un piropo más para la colombiana que más lejos ha llegado en el deporte olímpico, que ayer sintió el calor y cariño de los paisas. “Esto vale más que la medalla de oro”, dijo con su voz clara y convincente mientras invitaba al público a rodear y reconocer a los 147 atletas nacionales que dejaron el alma en lo Río de Janeiro. ¡Te amo, Mariana!, se escuchó entre el público.