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Cuando Bartlomej Mroz perdió la visión en un ojo durante ocho horas, o cuando sufrió una lesión en su tobillo derecho comprendió qué tan oscuro era el panorama en los momentos en los que no podía jugar bádminton.
Sin embargo, nunca ha encontrado limitantes desde que comenzó a jugar este deporte, un 12 de diciembre de 2005. “Lo recuerdo así de puntual porque no tenía nada que hacer y mi hermana me llevó a entrenar bádminton. Empecé con dos horas de pura técnica y me gustó”, narra el polaco de 22 años.
Ni siquiera la falta de su antebrazo derecho, por una enfermedad congénita, le ha detenido esa mentalidad voraz que tiene para ser el mejor del mundo.
Se entrena dos o tres horas diarias, nunca toma licor, no consume drogas, tiene un cuidado extremo con la alimentación y se va a dormir temprano. Esas son las claves para el deportista que hoy ocupa el lugar número dos del ranquin SU5 (deportistas con problemas de sus extremidas superiores).
Otra de las cosas que le ha servido para estar cerca a la cima es que entrena con la selección polaca de bádminton convencional.
“Eso me obliga a exigirme más, a tener menos errores y a mejorar siempre”, dijo.
Es tan obsesivo con ser el mejor del mundo que observa videos suyos y corrige movimientos pertinentes.
En el Internacional que se cumple en el Polideportivo Sur de Envigado se ha convertido en una de las atracciones, sobre todo por el alto nivel que importa a una tierra que aún está en desarrollo.
“He visto cómo en tres años los jugadores de este lado del mundo han mejorado bastante y bueno, espero seguir enfrentándolos”.
Por lo pronto, desde las 9:00 a.m. de hoy, se dispondrá a jugar la final individual, ante el japonés Tetsuo Ura, esperando demostrar por qué ha sido una de las sensaciones en el torneo colombiano.