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A Caterine Ibargüen pocas veces se le ven caer lágrimas por sus mejillas. Ni siquiera lloró de emoción en las 31 ocasiones que terminó en el primer lugar del salto triple en los últimos tres años, en los que logró medalla de plata olímpica, dos títulos mundiales y tres ligas de Diamante, entre otras gestas.
Pero cuando le hablan de las dos personas que la fortalecieron para que no se dejara vencer ante la adversidad desde que era niña, de inmediato su voz se entrecorta y no puede contener su llanto.
“Mi madre y mi abuela Oyola formaron lo que soy como persona. Me dieron muchas lecciones: el valor de cada logro, la forma de coronar las metas, la necesidad de que cada cosa se luche y que todo llega en un tiempo preciso. Las amo como a mi vida”.
Así respondió el martes la deportista antioqueña mientras era abrazada por su mamá Francisca durante la presentación de su nuevo patrocinador -P&G- en Bogotá, donde se recargó de energía para tras abordar un avión que la llevaría a Doha, Catar, donde hoy, en el arranque de una nueva edición de la Liga de Diamante, tratará de continuar con su racha triunfal.
El sábado pasado, en el Prix de Medellín, tuvo su debut de temporada con un salto de 14,43 metros, marca que no colmó sus expectativas ni las de su entrenador Ubaldo Duany. Ese mismo registro, en poder de ella, es el que continúa vigente desde 2014, como récord en el meeting de Doha.
“La primera rival que conozco es a Caterine Ibargüen, a ella es a la que estudio y por la que trabajo para ser mejor”, expresó la reina del triple .