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A Adriana Moreno le sorprende aún que su hija, Laura Bedoya, haya salido tan deportista: practica ajedrez, natación, lanzamiento de jabalina, disco, baloncesto, fútbol y futsal.
Le parece raro porque ella, su madre, nunca la impulsó a la actividad física, máxime sabiendo de la limitación auditiva que sufre Laura desde los 18 meses, a raíz de una meningitis (sordera sensorial bilateral profunda).
“Eso fue en el colegio que aprendió a ser así de deportista, acá no le inculcamos eso”, comenta la mujer, que la concebió hace 22 años y con quien vive en el barrio Buenos Aires, de Bello.
Laura siempre tuvo un desarrollo normal de su aprendizaje, aunque nunca fue fácil la relación con los demás compañeros del colegio.
No obstante, contó con la fortaleza para aprender un lenguaje de entendimiento con los más cercanos y, sobre todo, ser un ejemplo. Hoy es profesora de Modelo Lingüístico en la Universidad Pontificia Bolivariana y estudia Artes Visuales en el ITM, donde le proporcionaron intérprete.
Pero, a la par de esto, Bedoya tomó una dura decisión: dedicarse solo a jugar fútbol sala. “Ella es una jugadora fuerte, con mucha técnica y carácter”, describe su entrenador de la Selección Antioquia, Juan Pablo Pérez.
De hecho, cuenta Juan Pablo, si uno observa a Laura se demorará en determinar que padece una discapacidad. Incluso, han generado un lenguaje deportivo en el cual se manejan algunos términos como golpe, disparo, choque, táctica y goles.
Todos los lunes, martes y sábados ella se dirige juiciosamente a los entrenamientos. Al final de cada jornada, lo que le alegra el alma, a esta paralímpica colombiana, es acariciar y mimar a sus tres perros: Luna, Lupe y Lupita.
Ella hace parte de los cerca de 1.500 atletas que tiene censados el Comité Paralímpico Colombiano -CPC- (ver gráfico), algunos de ellos ya con experiencia en múltiples campeonatos Mundiales y en Olímpicos.
El paralimpismo nacional vive un momento brillante por los resultados alcanzados en los últimos dos certámenes internacionales: los Paralímpicos de Río de Janeiro y los Parapanamericanos de la Juventud de Sao Paulo.
En el primer evento el país cosechó 17 medallas (2 oros, 5 platas y 10 bronces), realizando su mejor figuración histórica. Y en el torneo de jóvenes se logró un segundo puesto con 109 preseas (47 oros, 38 platas y 24 bronces).
“Se evidencia una madurez deportiva que se debe a una continuidad de un proceso sólido, un buen trabajo, pero hay que tomarlo todo con cautela, hay que seguir”, manifiesta el presidente del CPC, Julio César Ávila.
El crecimiento de este movimiento proviene de dos polos importantes: la apuesta por los juveniles, con un programa de detección de talentos y reserva en los departamentos, y el seguimiento a los buenos procesos, como lo explica el mismo dirigente.
Además, la ilusión de nuevos atletas que, como Laura, integran deportes de conjunto y velan por destacar en escenarios en los que Colombia no ha podido ser importante.
Precisamente, en este tipo de disciplinas, las cuales salen costosas por la cantidad de personas que deben desplazarse, se necesitan patrocinios porque, de acuerdo con las proyecciones del CPC, van a tener participación en los Paralímpicos de Tokio 2020
Lo importante para el director deportivo del CPC, David Acosta, es seguir mejorando en los aspectos que se tienen vacíos y fortalecer en lo que se está trabajando bien.
Allí se trabaja con ahínco en tres aspectos: vincular la empresa privada a estos proyectos, generar una mayor detección de talentos, desarrollar infraestructura y apuntarles a los deportes de conjunto.
“El nivel está muy alto y eso es una gran responsabilidad -expresa Acosta-; generamos equipos con los entrenadores para que motiven niños y estamos tocando puertas con los entes privados para generar ingresos e invertirlos en los deportes de conjunto”.
El tema que más complejidad ha causado, como lo reconoce el presidente del CPC, es el de los recursos. “Ha sido esquiva la respuesta, pero la idea es seguir intentándolo”.
Otra problemática a la que aún hay que darle mucho empeño es la de la accesibilidad de los deportistas a los escenarios, sobre todo en los municipios medianos y pequeños que carecen de esta.
De eso es consciente la misma Laura, quien, por ayuda de su universidad, encuentra intérpretes, pero sabe que poblaciones como la suya -o con cualquiera de las discapacidades- sufren por la falta de espacios propicios para implementar su pasión.