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La abrazan, la besan y la felicitan como cuando terminaba en el primer lugar de una carrera. Sara Vallejo ya no anda sobre patines, lo hace en tacones.
Las lycras con las que defendía el nombre de Colombia en diferentes pistas internacionales están guardadas desde hace cuatro años, pero su sonrisa y otras vestimentas, en especial la camisa negra con lentejuelas, le permiten seguir brillando a pesar de decirle adiós a la alta competencia después de tocar la gloria mundial.
“Sara era una excelente deportista, muy corajuda, con un corazón impresionante, de lo mejor que pasó por el patinaje”, recuerda el exseleccionador nacional Libardo García.
Pero Sara continúa recibiendo aplausos y reconocimiento, no por su figura esbelta, sino por la fuerza de sus palabras. Cuando está ante el público su liderazgo cobra tanto sentido que a más de uno pone a llorar.
El deporte le brindó alegrías y lo que aprendió de él le entrega hoy satisfacciones, pues sus vivencias en el patinaje las comparte como ejemplo para que otros superen barreras y lleguen al éxito como, asegura, ella lo tiene.
“Es un ejemplo para los jóvenes, al ver lo que realizó para lograr sus sueños hace estremecer, jamás se rindió, es una luchadora”, dice la impulsadora Norma Neira, después de abalanzarse hacia Vallejo, quien ahora es empresaria.
“Ella inspira confianza”, agrega Carlos Guzmán, otro señor que se cruza con ella en el camino. Luz Adelaida Rueda se une al diálogo para elogiar a la excampeona: “es que es transparente, digna de admirar. En su nuevo rol tiene mucha proyección”.
Recogió primeros frutos
Desde que Sara estaba en el vientre de su mamá (Cristina Valencia), su padre Ricardo Vallejo le susurraba: “hija, cuando crezcas vas a ser grande”. Y le añadía que con sus actos generaría felicidad en las personas.
El papá no se equivocó. En 2006, en el Mundial juvenil de Corea, la medalla de bronce que alcanzó fue el campanazo de lo que vendría.
Un año después, en el Mundial de Cali, la antioqueña impresionó con su velocidad. Conquistó cinco medallas, entre ellas dos de oro, llenando de júbilo a un país que presenció cómo aquella chica de 1.60 metros de estatura aportaba un grano de arena para que Colombia alcanzara otra gesta sobre ruedas.
“Y saber que era bien mala para patinar, me caía mucho cuando pequeña; en tres ocasiones me raspé por completo la cara. Pero me levantaba y en vez de llorar volvía al día siguiente con más ganas a la pista porque mi deseo era ser campeona mundial. Era tanta la pasión que sentía que tres novios me echaron porque quería más a los patines que a ellos”, recuerda entre sonrisas.
Superando etapas
En 2008 continuó su dominio en torneos del país y el exterior. Pero dos días antes del selectivo en el que elegirían a los representantes para el Mundial de España, la deportista se cayó y se fracturó el tobillo derecho, una lesión grave que, empero, no fue la causa de su retiro definitivo. “Fue un momento duro, pero seguí entrenando fuerte para recuperarme porque en realidad amaba mucho este deporte”.
¿Qué pasó entonces para decir adiós a los 20 años? La exdeportista confiesa que ella tenía muy claro que el patinaje era una etapa y no el proyecto de toda su vida.
La antioqueña abre sus ojos negros para explicar que tenía más metas y retos.
“Siempre he pensado que uno tiene dos formas de aprender en la vida: chocarse o ver los errores que la gente comete. Yo veía que los buenos deportistas podían ganar mucho dinero y llegaban lejos, pero no educaban su mente para administrarlo y disfrutarlo en la plenitud de sus vidas”, argumenta Vallejo, quien decidió “colgar” sus patines para entrar a la Universidad Eafit, donde estudió Negocios Internacionales. “A pesar de mi corta edad sentía que ya había cumplido mi ciclo como patinadora, y debía dedicarme a mis estudios”.
Otro despertar
Aunque era una de las mejores cada semestre, era becada y hablaba tres idiomas -español, inglés y portugués-, también se llevó una sorpresa cuando empezó a hacer sus prácticas.
“Vi que todo no era tan bonito porque por más que uno fuera preparado, los salarios resultaban bajos. Primero me ganaba cerca de 800 mil pesos y luego un millón 300”, expresa con voz de angustia.
“Es que siempre anhelé una vida grandiosa, en la que pudiera ayudar a mis papás, tener tiempo, darles estabilidad a mis hijos siendo joven y no esperar a los 60 años para hacerlo. Fue ahí cuando decidí emprender y dentro de las opciones encontré el negocio de Amway”.
Su función, explica, es buscar personas soñadoras. “Gano dinero, aunque no soy millonaria, pero sí libre, mi mayor riqueza. Puedo salir a trotar a la hora que quiera, estar con mi familia, ayudó a mis padres, hasta me casé, sigo viajando, en realidad eso es lo más maravilloso”, relata la esposa de Daniel Ortiz, con quien aspira a tener siete hijos.
Asegura que, literalmente, es una empresaria. Da conferencias en las que explica cómo llegó al éxito deportivo “siendo mala patinadora”. Añade que todo es un proceso y aconseja que cuando se monta una empresa y no funciona de la noche a la mañana, se debe esperar: “los frutos se recogen cuando las cosas se hacen con el corazón”.
Sara Vallejo, de 24 años, viajará en los próximos meses a Argentina, España e Inglaterra para dar testimonio del éxito que empezó sobre los patines y logró trascender.
SE ALEJARON EN LA FLOR DE SUS DEPORTES
Mejía se bajó de la cicla rápido
Álvaro Méjía se retiró en su mejor momento. Tenía 30 años y había ganado 2 Clásicos RCN (88-89), Vuelta a Galicia (91), Murcia (92), Cataluña (93) y fue cuarto en el Tour de Francia (93 y mejor joven 91). Ahora es médico.
Rober dio su salto al estudio
Rober Martínez tenía 23 años de edad, había ganado dos prix internacionales de atletismo en salto alto en Medellín (2008) y Cali (2009), tenía marca de 2.20 metros, pero se retiró por el estudio. Hoy es ingeniero de Sistemas.
Sabina moya soltó su jabalina
Esta atleta urabaense fue campeona nacional y suramericana de lanzamiento de jabalina. Hace 11 años abandonó el deporte (tenía 27) motivada por su familia, luego de asistir a dos olimpiadas. Vive con su esposo y dos hijos en Panamá.
Juliana alzate dejó la raqueta
Era una de las promesas del tenis paisa, campeona nacional en las categorías 8, 12 y 14 años; participó en la Gira Cosat y estuvo en Europa. Se retiró a los 15 años. Es diseñadora gráfica y está radicada en Sidney, Australia.
Caro llano labora en un banco
La paisa Carolina Llano fue una de las mejores golfistas de Suramérica. Estuvo 2 años en el Lpga, pero a los 27 sintió que debía hacer un cambio en su vida. Hizo una maestría en Administración de Empresas en E.U. donde labora en un banco.
Lesión alejó a puerta de las piletas
El paisa Juan Esteban Puerta despuntaba mejor que Alejandro Arias -campeón mundial en clavados-. Fue campeón suramericacano en trampolín sincronizado con Arias, pero una lesión en la espalda lo alejó de la piscinas a sus 18 años.