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En un ambiente apacible rodeado del verde de los árboles y una brisa fría que contrasta con el sol de la mañana, cerca de 25 niños, entre los 5 y 6 años de edad, contagian entusiasmo y energía.
En el centro de la cancha polideportiva de la Institución Educativa de Santa Elena, Claudia Gómez Puerta, de sudadera verde y camiseta manga larga que la identifican como formadora del Inder Medellín, le suma una nueva jornada a su trayectoria de 16 años en el programa de Escuelas Populares del Deporte (EPD) que también llega a los cinco corregimientos, señalando caminos a los futuros talentos deportivos de Antioquia.
“Vengan niños, tómense de las manos, hagamos un círculo”, sugiere esta profesional de Educación Física de la U. de A., a lo que los infantes obedecen de inmediato.
Con la paciencia y pedagogía que solo brinda la experiencia, Claudia da instrucciones y comienzan las actividades lúdicas con carreras de relevos y juegos de pelota, esas que dejarán huellas en los pequeños que más tarde se irán encaminando por su deporte preferido.
“Les damos libertad para que se diviertan -relata la guía-, para que jueguen... Más adelante del proceso recibirán instrucciones específicas de las reglas de cada disciplina como nos toca con los chicos de 8 y 9 años”.
Cada encuentro es una hora de diversión que este grupo en específico repite dos veces por semana (martes y jueves) en clases extracurriculares.
-Profe, ¿puedo jugar fútbol?, pregunta José Manuel mientras le pide que le amarre los cordones de los zapatos con un nudo fuerte, “porque ya se me han soltado tres veces”.
Ella, con la dulzura de ser mamá (tiene dos hijos mayores que pasaron por este proceso), lo hace sin reparos. Son funciones propias de su trabajo y en las que la ternura de los infantes también sale a flote...
Jessica Tatiana, mientras sus compañeritos hacen un ejercicio, se aleja hacia la zona verde y regresa con una flor que le entrega a la profesora. Ese gesto, más el entusiasmo de María Antonia, quien a pesar tener puesto un uniforme de gala con zapatilla entrega lo mejor de sí en la actividad, como se nota en sus cachetes colorados, y las trenzas de Salomé que se mueven al compás de las carreras, le dan un toque especial a esta jornada recreo-deportiva del semillero de Santa Elena.
“Siempre he trabajado con niños y es delicioso, son naturales y receptivos. Ellos aún no tienen marcado eso de competir y tener que ganar, es una forma de ver las cosas diferente”, cuenta Claudia, dispuesta a dar un abrazo y consentir a los pequeños que se le acercan tras sufrir una caída o un golpe. “Eso los sana más que cualquier medicina”.
Así como ella, con mística y dedicación, sus colegas formadores pasan los días en las siete veredas del corregimiento forjando figuras, entre otras, en fútbol de salón, fútbol, baloncesto, ajedrez y porrismo.