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Luis Rojas, ejemplo dentro y fuera del agua
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Luis Eduardo y su hermano Jorge Raúl durante una de las últimas jornadas de entrenamiento antes de ir a Río. FOTO Donaldo Zuluaga
28 de agosto de 2016
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Hace 21 años Luis Eduardo Rojas Osorno se sentía como el rey del mundo. Con sus casi 1,90 metros de estatura y cuerpo atlético era el campeón nacional invicto en taekwondo y miembro de la Selección Colombia de polo acuático, motivos que lo hacían sentir invencible.
Todo era perfecto para Rojas, pero ocurrió algo que le cambió la vida: un accidente en San Andrés lo dejó sin movilidad en sus cuatro extremidades y tronco y aunque muchos pensaron que era el final para este amante del deporte, se equivocaron, pues Luis Eduardo sacó a relucir sus mayores fortalezas: un corazón de oro y una mente de hierro para seguir adelante.
Dos aspectos que le han permitido convertirse en uno de los mejores nadadores paralímpicos de Colombia, un referente, quien con ejemplo y trabajo ha superado a los rivales y las adversidades que le ha puesto la vida.
Su tarea ha sido “fácil” gracias al apoyo de su familia, su mamá María Amparo Osorno, exintegrante de la Selección Colombia de baloncesto y su hermano Jorge Raúl, quien se convirtió en su ángel de la guarda.
Historia de superación
A los tres años del accidente y gracias a la constancia y trabajo diario Luis Eduardo recuperó algo de movilidad en hombros y brazos.
El amor por el agua siguió y por eso decidió convertirse en nadador paralímpico, siendo el estilo espalda su nueva ruta para alcanzar los sueños como deportista.
Así, con sus ojos puestos en el cielo y con la caricia que el sol le da a su rostro en cada entrenamiento, Luis Eduardo alcanzó la clasificación a los Juegos Paralímpicos de Río, en los 50 y 100 metros espalda y dos récords continentales en estas pruebas.
En el Preolímpico realizado en Río de Janeiro en marzo pasado, logró las dos marcas continentales, en 50 espalda hizo 1,38, el registro anterior estaba en 1,41; mientras que en los 100 espalda marcó 3,34 superando el 4,01, registros que lo ubican séptimo a nivel mundial, siendo el único nadador de América que tiene la marca en S1 -nadadores sin movilidad en las cuatro extremidades- para Paralímpicos.
En Londres ganó diploma olímpico y la meta en Río es lograr dos; no promete medalla debido a que como él lo dice “falta objetividad e imparcialidad para hacer las clasificaciones de los deportistas” y por ello tendrá que competir con nadadores que tienen un poco de más movilidad.
A pesar de eso, sabe que cuenta con las condiciones para estar entre los ocho mejores, ya fue quinto y por eso no deja de soñar.
En Río no estará con su entrenador Fabián López, quien por motivos de presupuesto del Comité Paralímpico Colombiano, prefirió ceder su lugar para que sea Jorge, el hermano de Luis, quien lo acompañe en la competencia.
Jorge Raúl se convirtió desde el momento del accidente en su apoyo, su ayuda, no lo desampara en ningún momento y con sus manos y cuerpo realiza todas las acciones que Luis no puede.
Además, le ayuda con la postura de la indumentaria y lo deja en la piscina. Y está feliz de acompañarlo a Río, pues considera que es un premio para ambos, porque así como el nadador no ha desistido, él tampoco y por ello cada día sin importar lo difícil que sean los compromisos siempre está dispuesto a ser su sombra.
Como polista, Luis Eduardo cumplió con una parte del ciclo olímpico (Juegos Bolivarianos, Panamericanos, Centroamericanos y Suramericanos); mientras que en su condición de paralímpico ha disputado mundiales y dos Juegos Olímpicos (Londres y Río).
Y aunque su vida está en la piscina, no solo de ello vive Luis Eduardo, ya que sus entrenamientos los combina con labores como charlas sobre superación y talento humano y con sus estudios profesionales -Maestría en Gerencia integral- que espera terminar luego de Río.
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