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Otra fantástica aventura de Duque

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22 de noviembre de 2015
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Fantástico. Esa es una de las palabras que mejor sabe utilizar el saltador colombiano Orlando Duque.

Fantástico cuando se lanzó desde una de las velas más altas del Buque ARC Gloria, en Cartagena, a 27 metros. O desde un helicóptero en pleno corazón de Nueva York, rozando la Estatua de la Libertad, ícono de esa ciudad y cayendo al río Hudson.

Pero fantástico, igualmente, el haber sido el primer hombre en probar un salto de 34 metros desde un gigantesco árbol tirándose al río Amazonas. O cuando fue uno de los 12 nadadores que se arrojaron desde el histórico puente Stari Most en Bosnia que, cuenta la historia, fue volado durante la guerra de ese país, en 1993, y que lo separó de Herzegobina, más tarde hermanadas.

Fantástica, increíble y única. Así volvió a describir Orlando Duque la experiencia que vivió en Croacia, catalogada como una nueva experiencia en su vida, acostumbrada a saltos sensacionales desde cualquier punto estático o en movimiento (roca, puentes, edificios, árboles o cavernas, como lo hizo ahora.

“Tengo varias oportunidades, por fortuna mucha experiencia en el deporte, entonces pienso que debo seguir haciendo algo que siempre he hecho”, cuenta.

Duque, quien ganó la primera medalla de oro en saltos de altura en un Mundial de natación (Barcelona-2013), protagonizó otra aventura de esas que sabe hacer, esta vez en procura de la belleza virgen: saltar en uno de los lugares majestuosos del mundo: la isla Vis, en Croacia.

“A veces no es la altura. Es el sitio de inmaculada belleza y la creencia de que la vida es mágica”, relata. Su faena fue en la llamada Cueva Azul, “un sitio que inspira lo inimaginable, que te demuestra cómo la naturaleza es una perfecta obra de arte. Al igual que el cuerpo humano. Y si los unes y los dejas interactuar, solo puedes observar maravillado los resultados”.

El monumento geomorfológico natural es un secreto croata muy bien guardado. Una cueva descubierta tan solo 130 años atrás. Nunca antes se había permitido que alguien saltara o incluso nadara en su interior.

“Y si logras acercarte lo suficiente como para disfrutar su color, te darás cuenta de lo difícil que es mantener la distancia”. Con un permiso especial, Orlando escaló sus inclinadas rocas y luego se lanzó.

“No es lo que haces, sino cómo te sientes haciéndolo. Se trata de los momentos e inspiración que te hacen sentir vivo”.

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