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Hincha del Poderoso desde la cuna, a sus 14 años Felipe Ramírez Zapata tuvo que tomar la primera decisión difícil en su vida: continuar con su carrera como lateral derecho en su amado Independiente Medellín (divisiones menores) o seguir en el agua alimentando el sueño de llegar a los Juegos Olímpicos.
Confiesa que no fue fácil, pero se inclinó por la natación, deporte que conoció desde el primer año de edad, cuando su mamá (Rosicler Zapata) lo llevó para que aprendiera a nadar.
“Practicar fútbol y natación al tiempo me sirvió para tener buen estado físico, algo que le gustaba mucho a mi entrenador Raúl Ignacio González, quien me formó hasta el 2014 cuando decidió retirarse”, explica el joven que en 2015 buscó una opción en Estados Unidos para seguir con sus entrenamientos.
Así y gracias a la ayuda del empresario Fernando Jácome, encontró varias propuestas para entrenar y estudiar en ese país. Al final aceptó la oferta que le hicieron en el estado de Oklahoma, en el que reside desde enero de 2016.
Asegura que no ha sido fácil acostumbrarse “a un país de una cultura tan fría” en la que tiene que salir adelante solo, lejos de su casa, de los cuidados de la mamá y con la exigencia de un entrenador como Sammuel James Freas, quien “parece un militar”. Nada lo doblega y no acepta ninguna excusa para dejar de entrenar y ser el mejor.
Felipe tuvo que aprender a cocinar, cuidar solo su salud, trabajar en los días libres en la cafetería de la universidad y ser responsable de todas sus cosas.
Resalta que la temporada más dura fue diciembre del año pasado, pues en noviembre no tuvo suerte en un torneo y su entrenador lo sometió a un régimen durísimo. “Detesto perder, por poco tiro la toalla”.
Cuando estaba a punto de desistir sus padres lo aterrizaron, le recordaron lo que ha sido su sueño desde niño y tomó fuerzas para pasar la época de fiesta, natilla, buñuelos y familia solo, aunque al final, el 24 de diciembre, recibió su regalo de Navidad, la llegada de sus padres y su hermano, quienes lo acompañaron hasta el 4 de enero.
A sus 19 años, este paisa que está a cuatro segundos de alcanzar el récord nacional que posee el bogotano Ómar Pinzón en los 200 metros mariposa (1.56) desde el 2009, ya bajó su marca en 20 segundos, gracias al trabajo fuerte y exigente que su entrenador le impuso.
Pero él quiere más y está convencido de lograr su sueño de clasificar a los Olímpicos de Tokio. Todos los días se levanta a las 5:00 a.m., pensando en no desistir. Sabe que su disciplina lo llevará lejos .