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La gran fiesta por la final del Super Bowl, en el Levi’s Stadium de Santa Clara, California, entre las Panteras de Carolina y los Broncos de Denver, tuvo sabor colombiano gracias a la presencia en uno de los equipos de un jugador de padre cafetero.
Se trata de Fernando Velasco, un espigado liniero ofensivo de las Panteras de Carolina, de 1.92 metros de estatura y 155 kilos de peso, nacido en Nueva York, pero con papá nacional.
Su historia, sin embargo, al comienzo no estuvo muy ligada a su padre, un colombiano que decidió probar suerte en Estados Unidos en los años 80, pero que después de su relación sentimental con una norteamericana -de la que nació Fernando- y de tener problemas con la justicia de ese país, fue deportado a Colombia, donde tuvo que empezar de cero.
Mientras tanto, Fernando pasó su infancia bajo el cuidado de su abuelo materno, quien le enseñó el camino del deporte, inclinándose por la NFL, a la que ingresó como profesional en 2009, pasando primero por los equipos Titanes de Tennessee y los Acereros de Pittsburg.
En el 2014 llegó a las Panteras de Carolina y ese mismo año volvió a los Titanes, pero de nuevo el destino lo llevó a las Panteras, equipo con el que jugaba el Super Bowl, el partido más visto en los Estados Unidos y en muchas partes del mundo. “Mi carrera ha sido más bien de perseverar para alcanzar los objetivos; no ha sido fácil mi comienzo en la NFL, pero ahora tengo una linda oportunidad de conseguir el premio mayor”, dijo Velasco.
El jugador de origen cafetero siempre aguardó el momento de estar en un Super Bowl y abrazar la gloria para dedicársela a su padre -hoy radicado en Suecia-, con quien retomó los contactos después de una infancia de altibajos que los alejó muchos años.