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“Un segundo en el aire es una eternidad en la vida”: Jhonathan Flórez

Jhonathan Flórez murió en su ley. Amante del riesgo, la fotografía, los selfies, las campañas sociales, la crítica, hacer amistades, las redes sociales. Hombre de buen corazón.

  • El antioqueño hizo parte del equipo Air Force Red Bull, para realizar saltos en diferentes partes del mundo. FOTO cortesía Red Bull
    El antioqueño hizo parte del equipo Air Force Red Bull, para realizar saltos en diferentes partes del mundo. FOTO cortesía Red Bull
05 de julio de 2015
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Impecablemente vestido, de pies a cabeza, con su traje que emulaba un pájaro, como el que de niño soñó ser, Jhonathan Flórez comprendía que cada salto que daba era una aproximación a la muerte. Y la encontró en la “montaña de los ángeles”.

Nunca tuvo un accidente, gracias a Dios, decía. Y en el primero murió. “Algún día cruzaré la barrera de los cielos para reunirme con todos esos pilotos que se han adelantado en este camino”, contó el saltador antioqueño en una de las últimas entrevistas que brindó para EL COLOMBIANO, el año pasado.

Eran más de 40, según sus cálculos, y hoy ya hace parte de esa lista. Él sabía que podría pasar, porque siempre, en sus más recientes 15 años, la “toreó” viviendo siempre al filo del riesgo y sin temor alguno.

“Todo en la vida tiene su riesgo. Y efectivamente puede ser peligroso -este tipo de deporte- como lo es el esquí, la aviación, el automovilismo, y hasta el propio fútbol. Lo importante aquí es la preparación y el trabajo, la constancia, la dedicación que se le pueda imprimir a lo que se hace. Es creer en lo mío, en lo que hago y me siento feliz de hacerlo”, dijo en aquella oportunidad.

Mal estudiante -siempre lo reconoció-, hiperactivo, incontrolable pero lleno de energía y contento, soñador, amigo de las travesuras como las que hacía en las calles de Envigado y El Poblado, por donde vivió los ocho primeros años de su vida, Jhonathan libró su última batalla aérea -en Suiza-, buscando un objetivo trazado religiosamente cada año. “En 2015 quiero repetir el título mundial, hay que prepararse para ello y lo haré a plenitud”.

Y en su ley, volando, terminó sus días. Una mala jugada del paracaídas, uno de sus dos amigos inseparables de aventura -el otro es el traje de alas-, que no abrió durante uno de los ensayos en la cima montañosa de Engelberg, conocida como la “montaña de los ángeles”, cerró su grandioso capítulo deportivo.

Desafío permanente

“Aún se sienten temores, algunas dudas; pero vale la pena, porque cada salto significa poner a prueba mis capacidades, mis fortalezas y demostrarme que sí puedo”. Así, continuamente, retaba el destino. “Todos estos años he seguido lo que me dice mi corazón y el camino no ha sido fácil: hoy estoy feliz por lo conseguido”.

Jhonathan nunca se cansó de hablar de los héroes de la Patria, los soldados, a quienes siempre llevó en el corazón y decía emularlos. “Yo no soy ningún héroe como muchos me dicen; ellos -los soldados- sí”.

Igual su vida tuvo un espacio para las obras sociales. Darle un trasfondo a sus vuelos. Por eso se unió a causas con la Asociación de Damas Protectoras del Soldado. Recién emprendió una campaña, por redes sociales, en favor del ciudadano Juan Pablo Iragori, condenado a cadena perpetua en Qatar. Y esperaba realizar varios saltos en Colombia para sensibilizar al país sobre el programa de alguna fundación, que no reveló, pero estaba en sus planes.

Volar con los brazos extendidos, siempre a más de 200 kilómetros por hora en caídas libres, y nunca darse por vencido, fue su bitácora de vuelo. Los miles de selfies tomados, porque era un apasionado de la fotografía, dan fe de esa pasión por las alturas.

Kaci, su esposa, con quien vivía hace tres años en Sacramento, California, E.U.; sus dos perros (Mr. Coco y Miss Ana), sus padres, sus hermanas y demás familiares, sus compañeros de aventura en el aire y todos los colombianos extrañaremos sus aventuras cargadas de adrenalina y riesgo. Y más que nunca, recordaremos una de sus últimas frases en su muro de Facebook: “un segundo en el aire es una eternidad en la vida”. Paz en la tumba del gran Jhonathan.

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