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Con 60 años recién cumplidos, el nieto de un albañil italiano instalado en la Lorena francesa tras la Primera Guerra Mundial se lanza a la presidencia de la Fifa, el escalón superior a la Uefa que dirige desde 2007. Michel Platini es un líder natural.
Tras una carrera plagada de éxitos, de un periodo de seleccionador, de organizar el Mundial del 98 y haber sido mano derecha de Josep Blatter en la Fifa, Platini opta ahora al puesto más importante del fútbol.
Parece el paso natural de un carismático personaje cuyo punto fuerte es su propia figura. Sus flancos débiles son su origen europeo y sus relaciones cercanas con el cuestionado Blatter, con quien empezó a romper amistad en 2010 cuando influyó para que se otorgara la sede del Mundial de 2022 a Catar, cuando Blatter quería que fuera E.U.
Platini nació en Jouef, noreste de Francia, y desde niño superó sus límites para convertirse en líder. Demasiado gordito, se sobrepuso para triunfar como futbolista, algo que luego hizo como dirigente, labor que ha ejercido con mano de hierro pese a no poseer ningún diploma estudiantil.
Formado en el Nancy, dio el salto en 1976 al Saint-Etienne, donde llamó la atención del Juventus de Turín, que lo fichó en 1982 y, en un lustro, se convirtió en su emblemático capitán.
Considerado uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, autor de 356 goles, Platini ganó tres Balones de Oro. Tras colgar las botas, con 32 años, se hizo cargo de la selección francesa, pero no tuvo un paso agradable por el banquillo.
Esa mala experiencia le hizo reflexionar y, desde entonces, Platini decidió ser dirigente y ahora le apunta al puesto más pretendido en el mundo del fútbol.