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La poca reacción de la Selección Colombia ante la adversidad, como sucedió ante Argentina, ha hecho cuestionar al país sobre el rol que están asumiendo los líderes del equipo.
De hecho, varios analistas han coincidido en que se debe hacer una distinción de las funciones de los comandantes en el campo: hay unos que son futbolísticos, por su influencia en la cancha, y otros que son de carácter.
“Hay unos que, con su fútbol, guían, como lo es James Rodríguez o el mismo Cuadrado, y otros que tienen la habilidad mental y cognitiva para impulsar el equipo tras situaciones adversas, pero esta Selección, desde lo que uno ve en lo lejano, carece de uno”, expresa Juan Carlos Ramírez, exjugador del combinado patrio.
Ramírez tuvo la suerte de compartir con hombres como Jorge Bermúdez, Faustino Asprilla, Miguel Calero, Farid Mondragón, Mario Alberto Yepes, a quienes define como jugadores de ascendencia, vocería y de experticia para tratar situaciones complejas.
Gabriel Jaime Barrabás Gómez fue otro de los hombres que tenía voz de mando en una escuadra plagada de líderes, como fue la de la década del 90. “En esa época hablábamos todo lo que pasaba, perdíamos la pelota y no había problema en regañar al compañero; había hombres de temperamento, como el Pibe o Coroncoro Perea. Hoy los jugadores, por su misma condición de estar en Europa, no aceptan una puteada y eso es, a veces, necesario”.
Por eso, con el perfil combativo que deben tener los caudillos, él ve en Carlos Sánchez ese jugador que debería adquirir más protagonismo en el vestuario. “El capitán de la Selección debe ser una insignia de un país, que tenga mucha personalidad, carácter y, sobre todo, que el grupo respete y quiera”, dice Barrabás.
Sin embargo, advierten Gómez y Ramírez, el primer responsable de direccionar al grupo debe ser el entrenador que, hasta ahora, ha estado muy pasivo a la hora de las decisiones.