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El F-31 pide permiso para alzar vuelo sobre los aires del tango

F-31 Quinteto de tango presenta su primer trabajo discográfico, Alzando vuelo, esta noche, en el Teatro Pablo Tobón Uribe.

  • Los integrantes son músicos de la Universidad de Antioquia y tienen por laboratorio la Red de Escuelas de Música. FOTO Cortesía
    Los integrantes son músicos de la Universidad de Antioquia y tienen por laboratorio la Red de Escuelas de Música. FOTO Cortesía
05 de marzo de 2015
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F-31 es el modelo del avión de la Ford, en el que se accidentó Carlos Gardel. Ese es el nombre que adoptaron los del quinteto de tango que se presenta esta noche en el Teatro Pablo Tobón Uribe.

Ellos, los integrantes de esta agrupación, lo tomaron en 2011, algunos meses después de conformarse como grupo, luego de descartar una lista de expresiones que se les ocurrían para bautizar el grupo.

Siempre habían aplazado ese momento, el de escoger el nombre, explica Marco Blandón, el bandoneonista. Cada vez que llegaban al tema, se decían que eso podía esperar, que lo importante era ensayar, buscar sonido propio, montar temas para crear repertorio, etcétera, hasta que un día, el asunto no pudo esperar más. Los llamaron a participar en el Festival Internacional de Tango Ciudad de Medellín y tenían que anunciarlos de algún modo.

“Casi todos los grupos de tango, baile o canto —explica Blandón—, quieren tener un nombre tomado del lunfardo o del tango tradicional. Nosotros queríamos diferenciarnos de lo existente, hasta con el nombre”. Buscando alguna referencia con el Zorzal Criollo, que deseaban tener, encontraron ese dato, el modelo de la aeronave.

F-31 Quinteto es un grupo instrumental. Pretenden que las personas aprendan a escuchar lo que los instrumentos pueden decir.

Por supuesto que han tocado con muchos cantores, pero todos en calidad de invitados.

En los Festivales Internacionales de Medellín, en el que han participado desde su fundación, en 2011, han acompañado a diversos cantantes. Hernán Genovese, Jesús Hidalgo, Carolina Minella, Ricardo Oliveira, entre otros.

Como las partituras de tango son difíciles de encontrar, explica Sebastián Montoya, el violinista, cuando les anuncian el repertorio del cantor que deben acompañar, se valen de discos, y cada uno, de oído, va sacando la partitura de su respectivo instrumento.

Sonido alegre

El suyo, según la definición de un artista argentino, es un sonido de tango muy colombiano, con mucho sabor, muy cercano al trópico.

Por eso será que se sienten tan a gusto en la interpretación de milongas. La milonga es, como se sabe, de los ritmos que hacen parte de la familia del tango, el más alegre.

Ahora, cuando presentan su primer trabajo, Alzando vuelo, un compacto en cuya carátula está el avión surcando las nubes, hay cuatro milongas, entre diez piezas musicales.

También incluye dos composiciones hechas especialmente para este trabajo. Son los tangos Hogareño, de Pablo Jaurena, de la Orquesta de Tango de la Red de Escuelas de Música de Medellín, y el tango La promesa, de David Mira, el guitarrista de F-31 Quinteto.

Marco Blandón, el bandoneonista, destaca Melodía triste, un pasillo de León Cardona, un compositor antioqueño a quien él califica de “arriesgado”, y este pasillo, como “realmente cercano al tango”.

Y un homenaje a Aníbal Troilo “Pichuco”, el Bandoneón Mayor de Buenos Aires, de la autoría de ese que en el quinteto interpreta el mismo instrumento.

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