El maltrato a los niños, un reciclaje de violencias

Hasta en la crianza de los hijos hay que buscar las fuentes del maltrato infantil. Notas para una reflexión.

ilustración elena ospina

Las últimas noticias ya son lo suficientemente bárbaras como para repetirlas en detalle. Cuatro niños inocentes masacrados por asesinos a sueldo, en medio de una disputa por un pedazo de tierra. Tres pequeños degollados por una mano inclemente que, se supone, fue la de la misma madre que los trajo a este mundo. ¿Por qué tanta demencia? ¿Cómo pararla?

La violencia que se ejerce contra los niños no tiene una sola causa, anota Miguel Ángel Sabogal García, presidente de la Asociación Colombiana para la Salud Mental, quien al profundizar en los orígenes del fenómeno apunta, simultáneamente, a los aspectos en que se deberían concentrar los correctivos.

Una de las primeras causas que destaca el siquiatra especializado en salud mental infantil, es el incremento en el consumo de sustancias sicoactivas, que ya ni distingue género ni clase social. En este frente no hay adecuados programas de prevención y hay falencias en los tratamientos. Con tiempo se advirtió de esa bomba de tiempo, pero, añade, no se tomaron medidas correctivas a nivel estatal.

Sabogal García cita en segundo término la pérdida de valor y respeto por la vida. Aunque a muchos sorprenda, esto se palpa en el maltrato a los animales. En países que han estudiado a los asesinos en serie, se ha detectado que entre los factores predisponentes brilla que estas personas fueron víctima de maltrato infantil y, que a su vez, ellos maltrataron a los animales. En opinión del siquiatra, ahí hay un predictor, porque esos pequeños abusados pueden terminar convirtiéndose en verdugos de aquellos a quienes ven en condiciones de inferioridad, llámese mujeres, niños o ancianos.

Esa no es la única forma como se recicla la violencia. El siquiatra llama la atención sobre esas patologías en los niños que no se asumen adecuadamente.

Así ocurre con los trastornos del aprendizaje que, aunque frecuentes, flaquean en materia de diagnósticos. Es usual ver cómo los niños con dificultades para aprender son mal calificados por los profesores, soportan la presión del colegio, la burla de sus compañeros y la incomprensión de sus familiares. Los niños pagan un alto precio: la autoestima se les viene al piso, los mayores los ven como “un problema” y ellos tienden a refugiarse en el juego, a desarrollar su talento -porque lo tienen- en conductas delictivas, el consumo de drogas y el ingreso a pandillas.

Otro tema, sobre el que hay una buena dosis de oscurantismo en los padres, es el de la llamada enuresis, o sea cuando los niños se orinan en la cama. Sabogal García afirma que esto es un problema médico. Si así se viera, y se encarara, los niños no tendrían que ser humillados con frases como “cuándo es que va a madurar”, “no le da pena, mire que ni su hermanita, que es menor, ya lo hace”.

Por último, aunque sin que con ello se agoten las fuentes de la violencia contra los niños, el presidente de la Asociación que cuenta con 60 afiliados, menciona la soledad en la que crecen muchos infantes. Años atrás, la cultura machista permitía que los hombres suplieran todas las necesidades del hogar y que las madres se concentraran en la crianza de los niños. Eso ya es historia. Las mujeres trabajan a la par que sus compañeros y, a veces, asumen el doble papel de papá y mamá. Los hijos, entonces, crecen solos -con nanas que traen sus propios vicios de crianza y sin vínculos afectivos con ellos- o con lo que el siquiatra llama las niñeras del siglo XXI: la televisión y/o el internet.

¿Desdén por los niños?

El sicólogo Lisímaco Henao Henao parte su análisis de algo muy clavado en el inconsciente: los ancestrales rastros de un gran desdén que hay por los niños, las mujeres y los animales.

“Habremos heredado esa forma de pensar con respecto a otros seres humanos? Es claro que la dominación y el maltrato de otros siempre exige que el maltratador le vea como sin importancia”.

Henao Henao, con maestría en sicología analítica, afirma que es común hallar en la consulta sicológica ese desdén por la infancia: una etapa de la que se agradece haber salido; el niño-púber inferior, lleno de inseguridades, torpezas y miedos; crecer como sinónimo de inteligencia, seguridad y valentía. Y, como muestra de sutil desprecio, recuerda el uso del epíteto “infantil” para insultar a alguien.

También hay efectos que califica de impresionantes sobre el colectivo: si quieres presionar a un adulto, usa algo manipulable que le recuerde el dolor, apego o sentimientos infantiles: quieres pagar poco por mano de obra, usa algo sin estatus de adulto; si tienes instinto sexual desbordado y quieres demostrar tu poder, busca un objeto manipulable, no desarrollado, que no pueda competir contigo. Ah, y si necesitas de dónde sacar réditos económicos o políticos, crea instituciones y políticas públicas que manipulen el sentimiento colectivo “hacia lo más débil y hacia el niño interior que guarda nuestra fragilidad”.

¿Qué hacer?

Henao Henao sugiere: sensibilización frente a lo infantil en los medios de comunicación; reflexiones en colegios y universidades sobre lo que consideramos inferior en la vida; programas de salud mental que propicien esa reflexión en escuelas de padres; grupos de apoyo entre adultos implicados en abusos y violencias contra niños y niñas; promoción de materiales educativos, así como la consulta individual y el trabajo en sicología profunda sobre la existencia de un niño interior.

Sabogal García, por su parte, aconseja implantar jornadas laborales en las que las mujeres salgan más temprano y tengan más tiempo libre para sus hijos; volver a la jornada estudiantil completa, para que la mujer pueda laborar y coincida su llegada a casa con la de los niños; aumentar la licencia de maternidad para que la madre disfrute más la crianza del bebé; y mezclar salud, educación y deporte en programas de prevención, revisando políticas que solo apagan incendios.