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No es común encontrar en el segmento de los compactos una oferta de carros que estén movidos por combustible diésel. Este es un combustible que generalmente se asocia con automotores tipo SUV, o con algunos modelos de gamas altas; para no hablar de los vehículos comerciales tanto en carga como pasajeros.
Por eso llama la atención la presencia en las vitrinas de un modelo como el Peugeot 208, que como una rara avis, incursiona en ese segmento del gasóleo, que si bien en Europa, su origen, es pan de cada día, en Colombia, por la misma calidad de este tipo de combustible, las marcas aún no se arriesgan mucho a introducir este tipo de tecnología en carros pequeños.
Este modelo de la casa francesa llega con un facelift que lo adapta a nuevas tendencias del mercado. Con un diseño más moderno, la nueva parrilla tipo panal de abeja, una toma de aire con un dibujo un poco más suavizado que su antecesor, que esta vez anota un bocel un poco más grande. Cuenta con luces exploradoras de serie.
Adentro, el diseño conserva la misma línea orgánica de su antecesor. Llama la atención la buen solución para incorporar la pantalla multimedia de su sistema Mirror Link al millaré del vehículo, algo que incluso en algunos modelos premium aún esta pendiente.
Su espacio es justo, apenas para acomodar cuatro personas adultas. Un quinto personal tendría que ser un niño, de lo contrario no es un viaje cómodo.
Este modelo, que trae a Colombia la nueva importadora de Peugeot SK Berge, y que EL COLOMBIANO probó por una invitación de Autolyon, el concesionario de la marca en Medellín, está dotado con un motor de 1.600 centímetros cúbicos, que entrega 118 caballos de fuerza.
Pero lo realmente importante en su configuración es el torque, que llega a 215 newton por metro.
Una ventaja de este par motor es su respuesta muy contundente, casi desde el primer momento de aceleración.
En sobrepasos es una ventaja importante porque se encuentra respuesta desde los primeros momentos.
Pero también este torque hace que esa misma contundencia lo convierta en un carro brioso, no es de un manejo suave y puede resultar incómodo en su control para algunas personas; tanto poder en sus llantas hace que sus reacciones sean incluso un poco bruscas para quien está acostumbrado al comportamiento más atemperado de un motor gasolina.
Ese torque y la aceleración que logra no son elásticas, es decir, no son de largas revoluciones. Ya sobre las 4 mil vueltas del motor comienza a agotarse, haciéndose indispensable un contacto frecuente con la caja de cambios manual (la única disponible en esta versión) para regular las marchas y evitar la pérdida de dinamismo.
Eso sí, con el control de esta variable la conducción se disfruta por las reacciones de un chasis con una buena puesta a punto y una dirección precisa, que hace que rodando por terrenos virados su comportamiento sea estable.
Uno de los puntos débiles de este modelo es su visibilidad, bastante limitada tanto en retrovisor interno y por el diseño mismo del carro, como en sus retrovisores externos que no proporcionan una visión tan amplia.
También, al rodar, los ocupantes de las plazas traseras en especial pueden sentir una suspensión dura que se hace sentir al pisar sobre algunas irregularidades de la vía sobre las que cae con fuerza y transmite el movimiento al habitáculo.