viernes
7 y 9
7 y 9
Todo empieza con una lámina de plata. Se pule. Se burilea... es decir, se graba en el metal con un buril, a mano, y se cortan las partes que no se necesitan. Es una tarea de todos los días, que empieza un día de junio o, a veces, de julio y termina en octubre. La joya es la corona de Señorita Colombia, que se entregó anoche en Cartagena.
La de la primera Señorita Colombia, Yolanda Emiliani Román, reposa en una caja fuerte, en la sede del Concurso Nacional de Belleza. Mientras la muestra y la pone sobre la mesa de su oficina, Raimundo Angulo dice que la familia de la reina la donó hace más de diez años.
No tiene certeza sobre el material con el que la construyeron, pero sí sabe que su valor para la historia del certamen es incalculable. A ese pedazo de metal forjado le han seguido decenas. Unas más grandes, unas más pequeñas. Durante las tres últimas décadas lo ha hecho de la mano de los Cesáreo.
Los detalles
La familia Cesáreo lleva 32 años donando la corona, año tras año, al certamen. Todo comenzó en 1984, cuando el Concurso cumplía sus 50 años. Teresa Pizarro de Angulo se reunió con Marcia Cesáreo Lemaitre, hija de José Cesáreo Arrieta, y se acordó un nuevo diseño de la diadema.
La primera reina en lucirla fue Sandra Borda Caldas, que representó a Bolívar, que en ese noviembre se impuso ante la vallecaucana Margarita Rosa de Francisco.
La historia comenzó muchas décadas antes en Italia. Es una mezcla del escudo colonial de Cartagena, conformado por dos leones levantados que sostienen una cruz de su mismo tamaño, con las olas del Mar Caribe y una esmeralda, la piedra preciosa más representativa de Colombia. En la parte inferior tiene grabada la frase “Señorita Colombia” y los años correspondientes al periodo de su reinado. De manera que la corona no es una simple corona, es la materialización de un sueño que pesa entre 70 y 80 gramos, está hecho en plata y bañado en oro de 18 quilates.