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La cerámica que Jorge Orozco aprendió a hacer en el Carmen de Viboral se convirtió en botones, hombreras y coderas de algunas prendas de su nueva colección. El tejido en chaquiras que hace una comunidad de mujeres indígenas trans le dio valor a las piezas de vestuario de Laura Laurens, transformándose en cuellos o apliques de camisas o vestidos en su propuesta de moda: Trans.
Estos dos diseñadores colombianos son ejemplo de vanguardia, de lo que está pasando en la moda del país, y que BCapital, la feria que se realizó en Bogotá, quiso reflejar en esta ocasión.
El origen de la concepción de los trabajos de Jorge y Laura son historias, por supuesto, diferentes, pero ambos cuentan con una característica en común: el deseo de buscar referentes en la tradición, de hacer de ella no una simple inspiración o una materia prima, sino algo más profundo que logran transmitir cuando hablan y, claro, cuando se observan las piezas.
Estas son las dos historias.
Más que una colección, cuenta la diseñadora, lo que mostró es el resultado de un proyecto para el que se involucró con las mujeres trans de la comunidad Embera Chamí que reside en el suroeste antioqueño. Allá llegó después de conocer el trabajo periodístico de una amiga y con el propósito de establecer un diálogo cultural y creativo, de agregarle valor a su labor con lo que ellas, las mujeres trans, podían enseñarle y aportar de sus tradiciones, especialmente la del tejido en chaquiras.
Cuando se enteró de que había una comunidad de transexuales que, además era indígena, no alcanzó a imaginar las condiciones de vulnerabilidad en las que debían estar por eso de pertenecer a dos minorías que históricamente han pasado por diversos inconvenientes. Por esa razón, una de sus ideas era, a través de su oficio, mostrarles una opción de vida más digna.
Eran once y Laura se hizo su amiga. Son sedentarias y no nómadas, como algunas mujeres trans indígenas a las que les toca huir de sus comunidades, según cuenta la diseñadora.
Ellas, las que trabajaron con Laura, son recolectoras de café, y en los tiempos libres o cuando no hay cosecha se dedican a la artesanía. Lo aprendieron desde pequeñas, es una tradición en sus comunidades, “pero no se dan cuenta de lo importante que es porque nacen con ello”.
Laura ha intentado hacerlo, pero es una técnica “dificilísima” y, comenta, necesita de la paciencia que no tiene, porque es más acelerada. “Es que tiene una cosa meditativa, uno entra casi que en un trance haciendo esos tejidos”.
Considera que obtuvo más de estas mujeres que lo que ellas pudieron haber aprendido de su oficio, fue un diálogo una a una, cuenta, por eso le gusta decirle al proyecto Embera chamí por Laura Laurens.
Lo que mostró, en sus palabras, “es un homenaje a la cordillera, al campo, a la paradoja que es Colombia”. Entre las piezas hubo camuflados, pero si se observan con cuidado se ve que no son los estampados que se conocen comúnmente, sino unos que parecen hechos con flores. Es que ese es un tema que Laura trabaja desde que nació su marca: la reinterpretación de los textiles militares del conflicto armado.
También hay siluetas sobredimensionadas y envolventes, piezas con varias funciones, vestidos y siluetas amplias. El trabajo de las mujeres indígenas se ve en algunas piezas. Fue un reto realizarlo, recuerda la diseñadora, ya que ellas estaban acostumbradas a formatos regulares. A veces funcionaban así: Laura les mandaba fotos por WhatsApp y ellas hacían sus interpretaciones de los estampados que les mostraban. Cuando veían las prendas le decían a la diseñadora, “precioso nena”.
Para Laura es importantísimo el papel que tiene el vestuario en la construcción de la identidad, además, en el caso de estas mujeres, lograr empoderarlas a través de este oficio.
Más tarde, en febrero de 2019, se encargará de mostrar esas historias del vestuario en el London College of Fashion mediante una instalación. Laura espera poder estar acompañada de algunas de estas mujeres que trabajaron con ella en el proyecto.
Jorge cree que a quienes se dedican a los oficios creativos en el país, como él, les ha faltado tener identidad; de eso se ha dado cuenta con su marca Orozco Clothing. Por eso quiso tomar un referente, una inspiración completamente distinta a cualquier otra de sus colecciones previas: una vajilla.
De ahí nació Viboral, la colección masculina (aunque hubo dos mujeres en pasarela), otoño invierno que presentó en BCapital.
Para crearla, aprendió la historia de las pinturas sobre cerámica que se hacen en el municipio del oriente antioqueño. Según él, la tradición llegó desde Europa, y esas formas que dibujaron en los platos, por ejemplo flores silvestres de Antioquia y Colombia, se siguen haciendo de esa manera porque las familias lo han aprendido entre generaciones. Lo supo porque estuvo en los talleres del Carmen preguntando.
También decidió hacer un curso de cerámica y el resultado fueron unas piezas, una vajilla hecha por él que luego reprodujeron en ese municipio. Esa cerámica se convirtió en el punto de partida de una colección que, señala, quiere mostrar algo muy nuestro, pero a la vez no”. Quiere decir que tal vez no hay una suficiente apropiación de ellos (alpargatas, carrieles y ruanas).
“Lo que quiero es que la gente sienta que estamos saliéndonos de los esquemas, siendo creativos y proponiendo. BCapital es un espacio para eso y tenemos que aprovecharlo”, señaló el diseñador.
Fueron 12 looks en pasarela y de ellos el paisa resaltó las piezas que desarrolló con artesanos: zapatos y carrieles; estos últimos son de Jericó (Antioquia) y los hicieron en denim. Los zapatos vienen de una alpargata tradicional que desarrolló un artesano de El Peñol, en el mismo departamento, y Jorge se la trajo para Medellín y terminó convertida en una alpargata deportiva.
Y claro, la cerámica, que se vio también en collares y hasta en un tocado.
Eso que él está haciendo, una exploración “de lo que somos”, es lo que cree va a hacer brillar a los diseñadores del país y a llevarlos más allá del círculo de moda en Colombia.
Por su parte, él ya vende en México, según cuenta, las piezas más trendy (de moda), por ejemplo, las que mostró en BCapital se irán todas para allá porque, “el perfil de su usuario es ahora más internacional”. El hombre que se viste de Orozco Clothing se arriesga y es refinado, afirma Jorge; y agrega que las piezas se usan hasta para alfombras rojas, “son muy escenográficas, para una ocasión formal”.
En el desfile se vio denim, paño y algodones, materiales comunes en sus propuestas, siempre tratando de buscar un look irreverente pero formal, asegura él. Las siluetas fueron holgadas, desde los pantalones hasta las piezas superiores, todo dentro “del límite de la locura, pero viéndose formal”.
Lo de Viboral no solo se evidenció en las cerámicas, también fue muy literal con varias referencias al tipo de serpiente, sobre todo en los estampados, por ejemplo en el de un traje. Y también las hubo muy explícitas, de juguete, las llevaban los modelos en las manos o en los bolsillos de los pantalones.
Trabajar con cerámica fue un placer para Jorge, que es “un fan” de las artes manuales. Él les dio forma a las piezas, las pintó, las quemó y las puso en las prendas que también construyó.
Lo que mostró en una pasarela irregular en el Teatro México, en Bogotá, tenía un propósito: cambiarles la percepción “de lo colombiano”, eso de transformar preceptos es un poder que él cree que tienen los diseñadores como él y como Laura.