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Hay dos camisetas azules en una tienda. La primera dice 100 por ciento algodón en su etiqueta. La segunda tiene el mismo porcentaje, pero de algodón orgánico. ¿Entiende la diferencia? A lo mejor no.
Una prenda hecha con algodón orgánico garantiza que en el cultivo no se usaron pesticidas, tampoco insecticidas o fertilizantes químicos. Si en su rótulo tiene un sello adicional, el GOTs (Global Organic Textile Standard), fácil de recordar porque también son las iniciales de Game of Thrones, significa además que en su fabricación no se usaron tintas químicas peligrosas con el medio ambiente, que no han trabajado niños en las empresas de confección y que no hubo exceso en el horario laboral de los trabajadores que hicieron esa camiseta.
Esto es solo una parte de lo que se ha llamado la moda sostenible. “Eso, así como los códigos de conductas y los pagos justos en la industria de la moda ha sido una discusión de más de 30 años”, afirma Pauline Ström Gunnér, directora de negocios sostenibles del Consejo Sueco de la Moda. “El tema ha ganado más reconocimiento”, añade.
La sostenibilidad en este campo trata no solo de usar ese algodón orgánico, también de economizar agua, de los procesos, de la forma de teñir las telas, el buen uso de la energía, el tipo de transporte que se utiliza en el proceso y la clase de materiales, sin olvidar aquel tema
Cuenta Ström Gunnér que en Suecia alrededor del 20 por ciento de los textiles se reciclan. “No siempre las prendas recogidas se convierten en ropa nueva. Históricamente, la mayor parte del material se convierte en aislamiento, paños o rellenos en los muebles”.
En Colombia, revela Lorenzo Velásquez, coordinador de alianzas estratégicas de Inexmoda, las empresas textiles agarran las segundas o cortes de telas y los vuelven a procesar, hacen trapeadoras, y rellenos de cojinería, para la industria de colchones.
Una gran responsabilidad recae en el consumidor, agrega Ström Gunnér, “son ellos quienes deben actuar con conciencia sostenible y buscando las mejores opciones de consumo. Cuidar la prenda para alargar su vida útil y pensar en la mejor manera de reciclar el producto después de que cumpla su ciclo de vida”.
Velásquez considera que los consumidores que quieren apostarle a este cuidado del medio ambiente desde su vestuario diario deben exigirles a las marcas y mirar con detenimientos las etiquetas.
“Es muy importante sensibilizar a todos los países de América Latina en torno al fortalecimiento en la promoción de la moda sostenible en donde el consumidor juegue un papel protagónico”, concluye Ström Gunnér.