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Decidirse por los rines que se quieren para el vehículo es casi como elegir los zapatos que se van a usar. Si quedan apretados lastiman los pies, si son grandes se salen. Lo mismo puede pasar con el rin que calce el automóvil.
Tenga en cuenta algunos consejos para hacer cambios que no le causen dolores de cabeza. Estos elementos cuidan la llanta y protegen los vehículos de los impactos (un hueco, un salto). De la belleza a la práctica.
Lo primero es revisar el ancho y el alto del rin. Si el carro viene con rin 17 de fábrica y quiere cambiarlo, mantenga esas pulgadas tanto para el nuevo como para la llanta, ya que esto puede causarle pérdida de la garantía. Si lo cambia por uno más pequeño, por ejemplo, puede cambiar el punto de equilibrio del auto, lo que podría hacerlo inestable: que se zarandee. Hacerlo después de que pase la garantía sería la recomendación. Hágalo con expertos.
Si igualmente desea aumentarle las pulgadas y hacer que el carro se vea más deportivo, el restaurador de autos León Echeverry recomienda que el cambio no supere en más de tres pulgadas el rin original.
“Si es de 17 hágalo en máximo 20, más de ahí se pierde amortiguación y va empezar a sentirse brusco, a caer duro y la suspensión sufrirá mucho”, expone León.
Se fabrican en hierro, antimonio y aluminio. Este último es el material más popular porque es más liviano y no se recalienta tanto como los demás. Comprar una marca reconocida es recomendable pues garantizan su calidad y reduce las posibilidades de romperse y causar un accidente.
Ya hablando del diseño del rin, la decisión queda a gusto. Los modulares son los más comunes y se diferencian por los círculos ubicados en su parte frontal. Los American racing tienen cinco aspas, usados frecuentemente para autos hot rod. Por último están los BBS aconsejados para automóviles tipo tuning.
Echeverry recomienda no tener unos rines muy sellados para evitar altas temperaturas en los frenos y que los espacios entre las aspas sean amplios para mejor refrigeración.