Sin que en la mayor parte de Antioquia se sepa, cada nuevo día en medio de la ensenada del sur de Urabá amanecen dos pueblos entre las mismas calles de arena, charcos y barro. En el mismo sitio bajo sol y lluvia coexisten un pueblo chocoano y su par antioqueño como mirándose al espejo, preguntándose cuál de las dos imágenes no es real.
En Belén de Bajirá hay dos inspecciones de Policía, que no funcionan, dos escuelas departamentales con diferentes banderas, dos centros de salud, dos marcas de apuestas regionales y locales comerciales que dependen de dos alcaldías. Los estudiantes en orden bajo la calidez que desde temprano anuncia el infierno que será a las dos de la tarde, cantan en cada plantel el himno del departamento que les tocó en suerte o en gusto. Unos aprenden que su pueblo es corregimiento de Mutatá, Antioquia, y a los otros les enseñan que es de Riosucio, Chocó.
La incertidumbre en la población se suele revelar de la misma manera: un rostro que se descompone en una mueca impotente al oír la pregunta del que va de paso: “¿Estamos en Antioquia o en Chocó?”.
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En la casa donde vive Richar Lexit Guevara Soto, el inspector de Policía que representa a Mutatá, hay un solar con plataneras y al lado los vecinos tienen un corral con gallinas. Justo ahí el funcionario cuenta que cuando se fundó la población en 1967 se consideró que era de parte de Antioquia, entonces Chocó ni se mencionó hasta que en el año 2000 reclamó al pueblo como parte de su territorio.
–Para los que vivimos aquí hace muchos años, siempre hemos pertenecido a Mutatá –advierte Richar que vive hace 33 años en Belén de Bajirá y es por segunda vez inspector de Policía. Lleva una gorra de béisbol y, colgada del cuello, la escarapela que lo identifica como funcionario público y en la que sale de saco y corbata.
Desde febrero pasado su despacho no presta servicio porque un grupo de ciudadanos le pidió al Gobierno Nacional que resuelva la dualidad de funciones. Su “alcaldía” no tramita nada, no atiende a nadie, y le preocupa, porque cree que el pueblo se ha sumido en un marasmo tramitológico.
La parálisis se ha esparcido porque Mutatá administra en la localidad la Casa de la Cultura, la biblioteca y las actividades recreativas y culturales. Carlos Cardales, encargado de la sede cultural y monitor de danzas, se reúne con sus alumnos en algunas casas, mueven los muebles, desordenan y bailan en la sala o donde se pueda.
Los servicios públicos los presta Antioquia y los comerciantes cancelan al departamento el impuesto de Industria y Comercio. Aunque desde que en Bajirá está en duda la paternidad departamental, hay algunos comerciantes reacios a pagar el impuesto predial hasta que se decida algo.
Félix Santos Mena es el inspector de Policía en representación de Riosucio y tampoco atiende en su oficina. Considera que cumple las mismas funciones que Richar y cuenta que algunas veces deben coordinarse en asuntos como la extensión de horarios a algunos negocios nocturnos, como padres separados que deben dirigir la vida de un pequeño rebelde.
–Llenamos papelería con diferentes logos, pero la ley es la misma –explica, sentado en un café internet desde donde se ve la sede municipal chocoana.
Félix reside en el pueblo hace 40 años y al igual que su colega, se encarga de asuntos como alteraciones del orden público, accidentes de tránsito y la presencia de menores de edad en negocios de licores. Es la ley desde la otra orilla.
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A Belén de Bajirá se llega desde Mutatá después de un recorrido de 43 kilómetros, luego de pasar el sector de Paramillo hacia Caucheras, por una carretera destapada, abierta como un corredor en medio de potreros rematados por densa vegetación en la distancia. Vacas cebú, caballos de arriería y hasta búfalos se asoman con frecuencia al camino que huele a selva. También salen al paso perros de las casas distantes entre sí, y de cuando en cuando, un gato o una zarigüella. Entre el ganado vuela bajo el chiné, una especie de gavilán pequeño de plumas negras, copete y alas doradas. Para llegar al pueblo, las camionetas, las motos y los populares camperos wazz, encargados del transporte público rural, pasan junto a sembrados de plátano, maíz y el maderable teca.
A la salida del pueblo el camino continúa hacia Riosucio y lo devora la selva.
A los pocos kilómetros, en la margen oriental del puente de Caño Seco hay un tablero que identifica la carretera y el departamento de Antioquia. La marca, instalada este año, es entendida por algunos como el límite entre los territorios.
Mientras se avanza hacia el Chocó inobjetable, el camino va dejando atrás más sembrados de plátano y palma de aceite, y poblados cada vez más aislados. Hasta Santa María llega la electricidad y desde allí en adelante hay caseríos donde se cocina con leña bajo la propia línea que conduce la energía.
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El 19 de junio de 2000 la Asamblea departamental de Chocó elevó a la categoría de municipio a Belén de Bajirá mediante la ordenanza 011, sancionada entonces por el gobernador Juan Hinestroza Cossio. Antioquia respondió con una demanda ante el Consejo de Estado. Para 2003 el litigio fue objeto de una comisión demarcadora del Senado de la República, que después de un trazado técnico que no dejó conformes a ambos departamentos, aunque dejaba al pueblo del lado antioqueño, se determinó que la comisión no tenía esa competencia.
En 2007 el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (Igac), basado en la ubicación de los nacimientos de los ríos Tumaradocito y Pavarandó, y en la confluencia de los ríos Pavarandó y Riosucio, referentes mencionados en la creación de Chocó como departamento, determinó que Belén de Bajirá estaba del lado chocoano.
Antioquia no estuvo representada en la elaboración de este trazado.
En noviembre de 2007 el Consejo de Estado tumbó la ordenanza de la Asamblea de Chocó y devolvió la condición de corregimiento de Mutatá.
El primero de cuatro alcaldes que alcanzó a tener Belén de Bajirá fue Leopoldino Perea Caicedo. Estuvo en el cargo por nueve meses.
–Riosucio tenía más de 10.000 kilómetros cuadrados y vimos que si se sacaban varios municipios era más fácil que se desarrollara. Entre esos creamos a Belén de Bajirá. Era plena violencia, aquí mandaba el paramilitarismo y nos tocó salir huyendo –recuerda el exalcalde, para quien no solo este poblado debería ser reconocido en el Chocó, también los de Nuevo Oriente, Blanquicet y Macondo, ubicados al sur de Turbo.
El 8 de junio se vencieron los términos para que el Congreso de la República reconociera la población como territorio chocoano, por lo que se reinició el proceso jurídico. Juan Antonio Nieto, director del Igac, en su momento habló de dos opciones para solucionar el problema: que las comisiones de ambos departamentos lleguen a un acuerdo, de lo contrario que el acopio de pruebas se remita a la respectiva comisión demarcadora del Senado. En caso de la segunda opción, con la ley 1447 de 2011 rigiendo, el Congreso tendrá un año para tomar una decisión.
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Y en medio del litigio está la gente, que en cada lado —Antioquia y Chocó— tiene sus miles: alrededor de nueve mil habitantes para la administración de Mutatá tiene el corregimiento; trece mil que contabilizó Chocó considerando poblaciones cercanas que incluyó cuando hizo de Belén de Bajirá un municipio, o los más de 20.000 que algunos líderes cuentan.
Dioselina Rodríguez Madrigal, que vive junto a la Inspección de Policía antioqueña, ya enterró a sus padres en Belén de Bajirá, su pueblo. Se considera de Antioquia y afirma que aún vieja y pobre, se iría a Apartadó si el territorio es reconocido como chocoano.
Arismendi Mosquera Romaña, que llegó de Florida, poblado del Chocó cercano a Vigía del Fuerte, espantado por la violencia que entre 1998 y el 2002 regó marcas de muerte por todo el Urabá sin conocer límites, guarda en cambio la esperanza de que sus hijos crezcan con la cultura del departamento que él lleva en las venas y que les alientan en la escuela.
Gente que para Henry Chaverra, líder comunitario integrante del movimiento Unidos por la Identidad de Belén de Bajirá, no debería tener más bandera que la de su pueblo, al que ve estancado por no definirse a quién le corresponde invertir en vías, saneamiento, salud, educación y empleo, las necesidades más apremiantes.
–Nosotros no hemos querido entrar en esta situación de si nos vamos con Antioquia o con Chocó. Lo que queremos es que nos definan.
Defiende que lo que busca como líder comunitario, es que el pueblo sea reconocido como municipio, con la esperanza de tener autonomía y recursos. Cree que Belén de Bajirá, pese a la pobreza en que vive la mayoría de su población, es más grande y con más desarrollo que Riosucio, municipio del que, según Chocó, hacen parte.
–Si encontráramos posibilidades de ser municipio por Antioquia, sería una opción, pero ahí tenemos el problema. Eso es muy difícil n
poblados considerados antioqueños son
reclamados por Chocó
en el sur de Urabá.
Un movimiento ciudadano en Belén de Bajirá demanda la intervención del Gobierno Nacional para que defina a qué departamento pertenece el pueblo: ¿Antioquia o Chocó?
Contador de historias refugiado en el periodismo. Familiar, ávido de explicaciones y apasionado por la vida, porque no se pierda toda en lo accesorio. Redactor Área Metro.