Por mónica quintero restrepo
Hasta el abuelo, el coronel Márquez, pensó que Gabito iba a ser pintor. El pequeño aprendió por su cuenta a dibujar antes que a escribir. El abuelo le dejaba pintar en las paredes, aunque las mujeres de la casa gritaran, miedosas. La pared y la muralla son el papel del canalla, decían.
Gabito —como lo llamaban en su casa, más que Gabo, que vino después— pintó desde los cuatro años y hasta que estuvo en el colegio. En octavo y noveno era famoso entre sus amigos. Dibujaba mujeres desnudas, rosas, gatos y burros. Hasta el profesor de literatura, Calderón Hermida, que estaba seguro de que sería escritor, dudó. “En realidad, todos creíamos que iba a ser pintor, pues entonces era un dibujante admirable. Era tan bueno para...
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