La luz se cuela por las rendijas de la pared de madera que separa la cocina de la pieza principal. La penumbra ayuda a delinear al otro lado la figura de Carlos Ciro, un campesino menudito de 64 años, que silba los versos de Ilusión perdida, un éxito popular de Rómulo Caicedo, mientras muele el maíz para las arepas. “Me hace recordar de aquel ayer que fuimos tan felices”, dice la canción.
Apenas clarea en el cañón del Melcocho, en límites entre El Carmen de Viboral y Sonsón, en el Oriente antioqueño. La civilización está a cuatro horas a caballo, no hay otro medio de transporte para llegar hasta la casa de madera, con barandas de guadua, techo de lata, cinco bombillos y fogón de leña de cuatro puestos, donde viven Ciro, su esposa Magdalena Estrada...
ESTE CONTENIDO ES EXCLUSIVO
PARA SUSCRIPTORES
¿Ya sos un suscriptor? Iniciá sesión
Al realizar el registro de tus datos por medio de estas redes sociales, aceptas los términos y condiciones, el
uso de tu información personal y el uso de tu información por terceros de El Colombiano disponibles en
www.elcolombiano.com y el envío de noticias a tu correo.
¿QUERÉS SER UN SUSCRIPTOR?
TENEMOS PLANES DESDE
$14.900,
Seleccioná el que más te convenga:
Nueve razones para suscribirme a EL COLOMBIANO