Óscar tulio lizcano g.
Dedico de nuevo esta columna a Urabá. No es gratuito que lo haga con frecuencia, pues esta región me produce sentimientos encontrados. Por un lado es satisfactorio que Colombia, y particularmente Antioquia, posean una de las zonas más ricas y prósperas. Sus potencialidades vienen promoviendo crecimiento, gracias al esfuerzo de inversionistas privados.
Pero de parte del Estado el abandono se mantiene, eclipsado por señalamientos como que es la región más peligrosa, donde no se puede invertir. La estigmatización y delirio de persecución han paralizado el comercio de tierras, situación que no solo afecta el solicitar un certificado de tradición y libertad, sino también la solicitud de créditos financieros. El Banco Agrario está paralizado en el fomento a la ganadería, pese a ser esta una de las tierras más atractivas para el sector agropecuario. Los propietarios también tienen pánico porque no solo les paralizan sus inversiones, sino que también los encarcelan como a los peores criminales.
Lo cierto es que los peores criminales están encarcelados, casi todos. Es de público conocimiento los nombres de los que sembraron violencia y han confesado parcialmente sus atroces delitos: don Mario, alias HH, Monoleche, Fritanga y parte del Clan de los Úsuga. Y también es verdad que hubo hacendados que se vieron obligados a cotizar, pero no por ello son bandidos.
Que se investigue hasta el fondo para que se conozca la verdad, pero que no se llegue a extremos como el caso del reconocido ganadero Adriano Pino, quien paradójicamente había sido secuestrado por estas bandas criminales. Pino fue capturado y sacado de la región como el peor criminal, imputándole delitos por 10 acusaciones; recientemente la justicia tuvo que echar para atrás y las redujo al tema de tierras. Por fortuna tiene casa por cárcel y su defensa la viene liderando con éxito la fundación Defensa de los Inocentes, del exsecuestrado Sigifredo López.
Es de reconocer que actualmente en Urabá se empieza por fin un tímido inicio de obras. Una realidad que vale la pena destacar, dada la actitud decidida del gobernador Sergio Fajardo, que como su antecesor Luis Alfredo Ramos, puso la mirada en esa región. Fajardo dio luz verde a la cofinanciación, por 780 mil millones de pesos, de la construcción del Túnel del Toyo; además impulsó el mejoramiento de la actual vía entre Santa Fe de Antioquia y Chigorodó; y está en marcha la construcción del eje vial que conecta la carrera 80 con el Túnel de Occidente. Obras viales a las que se les une la construcción de varias sedes de la Universidad de Antioquia y el Complejo Deportivo en Chigorodó.
Aquí hemos discrepado con el gobernador Fajardo, pero es digno reconocer que con la región de Urabá se ha sentido su mano generosa. Valió la pena que en la campaña para la Gobernación hiciera ese recorrido por tierra, visitando y dialogando con los habitantes de la región. Valió la pena que lo impresionara el olvido al que estaba sometida. Es hora, además, de que lidere, con destacados empresarios, la desestigmatización, porque la de Urabá es gente buena.
Al parecer el gobierno central no va a nombrarle sucesor a la muy buena gestión de Federico Restrepo. Así que el que sea el nuevo gobernador deberá continuar con esa buena labor y convertirse en veedor de esas transformaciones que no habían sucedido antes. Gobernador, con Urabá, es por ahí