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HISTÓRICO
Alejandro, el caleño de la Nasa
Por MARIO A. DUQUE CARDOZO | Publicado
A lejandro Perdomo-Ortiz es caleño, graduado de la Universidad del Valle, doctorado en Harvard y ahora uno de los 12 científicos que trabajan en Laboratorio de Inteligencia Artificial Cuántica de la Nasa y Google, ubicado en el Ames Research Center, en el Silicon Valley, California.

Él es parte de la diáspora de científicos colombianos que salió del país para formarse e investigar, una pasión que ahora lo tiene allí, "jugando" con la computadora cuántica D-wave 2, una caja negra de 3x3x3, valorada en unos 15 millones de dólares, que representa un nuevo paradigma de la computación.

Un camino que empezó en el Colegio San Francisco de Asís, en la Sultana del Valle, que pasó por la Ingeniería Sanitaria, que abandonó en busca de la ciencia y que sigue más encarretado que nunca con la ciencia.

Siempre le gustó estudiar, reconoce al otro lado de la línea telefónica, pero a la hora de definir esos años de estudio en el bachillerato prefiere usar las palabras nerdo chévere: "Siempre estuve con amigos recocheros, jugaba voleibol, salía a bailar... Para mí no fue tan difícil manejar la presión social por ser estudioso", recuerda.

Fue primíparo de Ingeniería Sanitaria, pero lo suyo siempre fue la ciencia, así que finalmente se cambió de carrera para Química.

Un camino con obstáculos
Alejandro es el menor de cuatro hermanos. "Mis papás no lograron acceder a la educación superior. No los recuerdo revisándome las tareas o ayudándome con ellas".

Su ejemplo fue su hermano mayor, graduado en Matemáticas, promedio de cinco, becado por Colciencias para un posgrado en Estados Unidos. La senda estaba marcada.

Ya en la universidad, cuenta, creó con unos amigos un grupo para revisar el material bibliográfico sobre investigaciones. Mientras otros se zambullían en los libros de ingeniería, él devoraba las revistas Science y Nature. Fue el momento del cambio.

"Cuándo me di cuenta qué era lo que resolvía un científico y qué un ingeniero, tomé la decisión de pasarme, porque mi pasión era la ciencia".

Su aplicación al estudio le valió el apodo de Orbitel "porque era cinco en todo".

Las buenas notas no solo le sirvieron para un buen promedio, sino que le dieron recursos para terminar los estudios.

"Cuando estaba en segundo semestre pasé por una crisis económica en mi casa. Empecé a vender de todo. Memorias de computador, para las cámaras, de todo... Un día un amigo con el que jugaba voleibol me pidió que le explicara algunas cosas de Cálculo I, 15 minuticos que se convirtieron en casi una hora y media de cátedra".

Luego empezó a dar unas clases por las que recibía algún dinero y eso le ayudó para obtener los recursos para pagar sus estudios y descubrir la pasión por enseñar. "Enseñando se transforman vidas", apunta.

De Cali a Harvard
Desde su grupo de estudio en la Universidad del Valle empezó a pensar en la posibilidad de hacer un doctorado en Estados Unidos.

Aprendió inglés, se dedicó a la investigación desde los primeros semestres. Sumó experiencia que le valdría oro al momento de buscar su maestría, que finalmente cursó en la Universidad de Harvard, de donde también es doctor.

"Para estudiar en el exterior solo se necesita información, más que plata. Hay que tener ganas de estudiar, pasión por la ciencia. Es muy importante tener cartas de recomendación, que avalen el trabajo de investigación. Hay que investigar desde que se está en el pregrado", aconseja Alejandro desde su oficina en el Silicon Valley.

En Harvard también se destacó como un buen estudiante. Ganó tres veces el premio de Excelencia de la Universidad de Harvard, que se entrega a los asistentes de docencia que tengan un promedio por encima de 4.5 sobre cinco.

Además, en el segundo piso del departamento de Química de la Universidad de Harvard hay una placa donde Alejando grabó su nombre al recibir el Dudley R. Herschbach Teaching Award. "Es un premio que solo dan una vez por semestre a uno de los estudiantes de doctorado".

Dudley R. Herschbach es uno de los premios Nobel de Harvard y él en persona entrega el premio.

En la Nasa
Su ingreso a la agencia espacial de Estados Unidos es reciente.
"Trabajo en un proyecto respaldado por Google. Llegué después de haber terminado mi doctorado en Quimico-Física", cuenta.

Son 12 científicos, siete por la Nasa y cinco por Google, todos investigadores, de 11 países diferentes. "Hay dos ucranianos, un iraní, un español, un estadounidense, un italiano, un israelí, un holandés director de ingeniería de Google, un chino, un búlgaro y un colombiano".

El objetivo del laboratorio, explica, es explorar un campo de la investigación bastante futurista, la computación cuántica, que sirve para resolver problemas que, en principio, no se puede aspirar a responder con los computadores que existen hoy "porque hacer un cálculo en ellos toma millones de años".

Hay que sacar el potencial de esta línea de investigación, dice. "Si logramos resolver esos problemas, la sacamos del estadio".

Además, tiene tiempo para pensar en la ciencia y la tecnología en Colombia.

"Hay que tener voto y voz sobre lo que está pasando con la ciencia en Colombia. Que la ciencia y la tecnología esté en las manos de la comunidad científica", opina.

Por eso hace parte de la autodenominada Diáspora de científicos colombianos, que se han unido para hacer propuestas para el país. "Somos un activo de Colombia, de gente que sabe cómo funciona el tema de la ciencia en otros países", dice Alejandro, con sus 30 años, cerebro fugado desde 2004 cuando, lleno de pasión por la ciencia y el estudio, llegó a Estados Unidos y que ahora se la juega por resolver problemas de la mano de la supercomputadora cuántica.
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