Aunque la divulgación del contenido total de los tres acuerdos hasta ahora logrados entre Gobierno y Farc, en Cuba, constituye una calculada y audaz jugada política de las partes para frenar las especulaciones y las críticas de los opositores al proceso, también es cierto que ahora no hay secretos y que ese material, muy denso y trascendental para el futuro del país, ya está en manos de todos: desde los opositores hasta los convencidos, y desde los más calificados individuos y organismos hasta los más legos.
Se corrieron los velos y no hay misterios insondables respecto de si en La Habana se negociaba nuestro modelo de país, de espaldas a la ciudadanía, a los constituyentes primarios y a la opinión pública que deriva de ellos.
En esta primera aproximación a las versiones desclasificadas de los acuerdos en los puntos 1, 2 y 4 (Desarrollo Rural Integral, Participación Política y Cultivos y Drogas de Uso Ilícito) no queremos entregar dictámenes definitivos, porque hay que repasar con lupa la complejidad y alcances de tanta letra menuda, con sus implicaciones y posibilidades.
Pero sí es posible advertir, desde ya, un cuidadoso uso del lenguaje que se aleja, en esencia, de los manuales ideologizados que por años llevaron las Farc a las mesas de conversaciones con diferentes gobiernos, en ese tono irrenunciable y terco marxista-leninista desconectado de las realidades mundiales contemporáneas y de la modernidad política.
Es decir, faltan muchas curvas por sortear, pero el panorama no se ve azotado por esa lluvia de exigencias incumplibles y arengas trasnochadas de una guerrilla que no transigía siquiera con los postulados más vanguardistas y amplios de la Democracia y del Estado Social de Derecho.
Cómo se nota que hay una sindéresis política y una moderación verbal muy cinceladas por
Humberto De la Calle y su equipo negociador, con el concurso de una generación de jefes guerrilleros al parecer más conscientes de que ya el bus de la historia casi los dejaba, porque las armas como sustento de ideologías totalitarias han sido suficientemente relegadas por las conquistas de la civilización y la civilidad. Tanto como tiende a ocurrir con el rechazo internacional unánime al terrorismo y el narcotráfico.
Pero, de ninguna manera, estamos invitando aquí a lecturas de exagerado optimismo frente a lo logrado hoy entre Gobierno y Farc.
Paralelo a esta revelación, las Farc volvieron ayer a subrayar que no se acogerán a los instrumentos de justicia transicional contenidos en "el acto legislativo 01 de 2012 (...) Lo reiteramos: estos para nosotros no existen (...) Por eso el proceso está llamado a crear nuevo derecho". Así le llaman las Farc a una Asamblea Nacional Constituyente que no está en los planes ni el interés del Estado: ni del Gobierno ni de las instituciones ni de los partidos políticos ni de la ciudadanía.
El presidente
Juan Manuel Santos sostuvo ayer en la ONU que la paz de Colombia está más cerca que nunca. Los acuerdos 1, 2 y 4, en temas tan sustanciales, pueden alentar sus ánimos y su optimismo. También que las partes sigan sentadas a la mesa en un ambiente muy favorable.
Pero es mejor no adelantarse. Dejemos que la sociedad en su conjunto examine los acuerdos, los discuta, los deshuese. Y que por fin cese la barbarie militar de las Farc. Tal vez el momento esté cerca. Pero no hay que olvidar que, para terminar el conflicto, "todo deberá estar acordado" y eso aún es una entelequia.
Contraposición NO SE REVELÓ NADA NUEVO Y LA PAZ NO ESTÁ A LA VUELTA DE LA ESQUINA
Por ALFREDO RANGEL SUÁREZ
Senador de la República por el Centro Democrático y analista del conflicto
Los borradores revelados no tienen ningún contenido nuevo. No entregan nada adicional a lo que se conocía. Lo que sí es nuevo es que en el comunicado #44 Gobierno y Farc, por primera vez, reconocen que tras dos años de proceso no hay una agenda común de negociación.
El Gobierno tiene una agenda y las Farc otra totalmente distinta. Las partes reconocen que el tema está por resolverse.
Es de subrayar que en los acuerdos publicados no hay nada definitivo. Entonces, las incertidumbres sobre el diálogo de paz permanecen y ahora son más claras para la opinión pública. Las Farc dicen que hay por lo menos 27 temas pendientes, adicionales, en los tres acuerdos publicados: 10 en el primero, 13 en el segundo y 4 en el tercero. Y las Farc advierten que deben tramitarse. Eso pone el proceso en una situación complicada, porque después de que haya acuerdos en el tercero y quinto puntos, las Farc reclamarán una nueva ronda sobre cada uno de los puntos. Y eso son dos años más.
El presidente Santos ha engañado a los colombianos, por lo menos en cinco ocasiones, cuando dice que la paz está a la vuelta de la esquina. Ha incumplido, de manera consciente y delibrada, esos cinco plazos. Él y sus voceros dijeron que habría acuerdo a fin de año y parece que se están arrepintiendo. Así que lo que hay es una inmensa incertidumbre, aunque Santos diga que estamos cerca de la paz cuando no es verdad.