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7 y 9
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En realidad la pregunta no debería ser con qué, sino con quién.
A través del tiempo, las sociedades han practicado la monogamia o la poligamia, dependiendo de sus culturas y tradiciones. La nuestra ha sido monógama por excelencia, al menos en teoría.
Con las transformaciones sociales tomó fuerza, o tal vez cobró vigencia, aquello de "hombre con hombre, mujer con mujer y del mismo modo en sentido contrario". Respetable.
Luego apareció el estilo de vida swinger. "La palabra swinger se deriva del verbo inglés "to swing" que significa balance, libertad de movimiento, oscilación. Swinger es aquella persona casada o soltera, que decide ejercer su libertad de acción en lo que respecta a su vida sexual. Esto incluye el intercambio de pareja, la práctica de sexo en grupos de tres personas o más y todas las variaciones que puedan surgir con ello, dependiendo de las preferencias personales". Y aquí se empezó a validar la promiscuidad con una directriz muy específica: "Acuéstese con el que quiera, pero no se enamore de ninguno". Complicado.
Y ahora se habla, cada vez con más fuerza, del poliamor. O sea, la misma gata pero revolcada: "Más de uno, con amor". El concepto no se aplica solamente a las relaciones sexuales, sino que pretende una interrelación de cuidado, compañía y convivencia que no manda la fidelidad para el cuarto aquel donde va a parar todo lo obsoleto, sino que la transforma en polifidelidad: "Honestidad con sus amores respecto a sus relaciones, cumpliendo los compromisos establecidos con cada uno de ellos". Tan recursivos.
En el poliamor caben todos. Vuelve y juega ella con ellas, él con ellos, ella con ellos, ellos con ella y todas las combinaciones posibles. La locura.
Allá ellos si han decidido dar rienda suelta a sus pasiones, a su egoísmo y a sus deseos. Al fin y al cabo hacen uso de una infidelidad consentida y aceptada por sus varios amores. No deja de ser un sapo muy grande pero es posible digerirlo.
Lo que sí no me trago, y coincidirán conmigo los que hayan sufrido el intenso dolor de unos cachos, es que se someta al otro a engaños frecuentes o esporádicos. Una vez basta para quedar grabado en la lista negra de ladrones de sentimientos y de traidores que se aprovechan de la confianza depositada en ellos.
Yo no sé ustedes, pero yo prefiero no posar para esa foto. Quiero seguir viviendo "el compromiso de un solo amor exclusivo, sin relaciones sexuales o amorosas con otras personas". Es decir, sigo practicando la fidelidad, en toda la extensión de la palabra, sin subterfugios ni evasivas. Y sigo enarbolando las banderas del respeto y el amor sincero, capaz de mirar a los ojos del otro y decir con franqueza si algo está a punto de pasar. Las tentaciones siempre estarán por ahí, pero la voluntad férrea, la honestidad irrenunciable, el amor verdadero, el respeto indisoluble y el autocontrol llevarán por el mismo camino, y de la mano, a dos personas que pueden mirarse a los ojos para ver en el otro la transparencia de sus sentimientos. Lo demás es mejor tirarlo a la basura, aunque me tilden de anticuada.
A propósito, una perla que me llegó en forma de trino: "No se trata de con quién acostarse, sino con quién vale la pena amanecer".