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HISTÓRICO
Una bebé mártir le abrió los ojos a San Pedro
Gustavo Ospina Zapata | Publicado
Era muy frágil y chiquitico el cuerpo de Karen Manuela González Avendaño como para haber sido violado y, en el ultraje, hasta herido con navaja o cuchillo. Era un angelito de sólo dos años y medio como para imaginar que alguien podría propinarle una muerte diabólica, macabra, dolorosa.

Pero a esta bebita le tocó ser la mártir de un pueblo en el que aumentan las violaciones sexuales y la violencia intrafamiliar. Y por eso, si San Pedro de los Milagros fuera justo, le haría a esta nenita un monumento en la plaza.

Una imagen que les recuerde a los sampedreños la desgracia de Karen y que también les enrostre sus dos pecados graves: que por años han convivido con este flagelo manteniéndolo oculto y que no han hecho mucho por combatirlo.

Porque así se lo dijo el padre Mario Álvarez Gómez en entrevista a este diario en medio de los crudos acontecimientos de esta semana, cuando la población quiso linchar al presunto violador y asesino de la niña, hecho en el que él salió golpeado cuando intentó controlar la turba.

"Esta es una muestra apenas de lo que todavía está muy oculto e invito a la comunidad a que saquemos a la luz todas esas situaciones".

Dice el sacerdote que aunque hay instancias religiosas y civiles trabajando contra la violencia intrafamiliar y contra un fenómeno fuerte de desgano por la vida que se da en San Pedro, la tarea será larga, porque hay muchos miedos represados.

"Nos ufanamos de ser un pueblo muy cristiano, pero a la sombra de esa fe se cometen todas estas atrocidades", añade el padre, que lidera el proyecto Misión San Pedro 20-30 con niños, jóvenes y adultos y que trabaja en diversos aspectos para mejorar el nivel de vida en el pueblo.

"Lo que pasó con Karen es un campanazo lamentable, pero detrás de esto tenemos que ver un cúmulo de situaciones injustas, deshonestas y agresivas que se han acumulado y este es el resultado".

Un problema hondo
Pero la denuncia del padre Mario no es aislada. El alcalde Jaime Echeverry Marín tampoco se queda corto y admite que el crimen contra la bebita de la vereda Pantanillo es sólo la punta del iceberg de una situación repetida en su pueblo.

"Es un caso de otros tantos, que muestra una subcultura que tenemos acá, que ha venido soterrada por mucho tiempo y se ha querido tapar por las fuerzas de poder que han dominado el municipio, se ha trabajado mucho en obras de cemento pero muy poco por lo humano. Tengo noticias de muchos casos iguales que no se denuncian", sostiene.

Drogadicción, alcoholismo y alcahuetería de padres de familia son aspectos que inciden en que la situación se repita hasta el cansancio. Echeverry dice que desde que llegó a la Alcaldía ha cerrado diez negocios de prostitución, lo que le ha valido muchas críticas, amenazas y una campaña en su contra, sostiene.

El personero local, José Gutiérrez, afirma que es cierta la grave situación de violencia intrafamiliar, incluidas violaciones sexuales, aunque no todas se denuncian. Él y un equipo interdisciplinario están visitando veredas y comunidades en un trabajo de acompañamiento y sensibilización frente al problema.

"Hay una descomposición de base, la célula familiar está deteriorada y hay mucho por hacer", comenta.

Un estudio de la Comisaría de Familia local detectó que en la vereda Pantanillo, donde reside la familia de Karen Manuela, hay un índice muy alto de suicidios -aunque no da cifras-, lo que hace que mucha acción de la Alcaldía y su ente se enfoque a esta comunidad.

Pero mientras todos estos esfuerzos empiezan a dar resultados, en las madres de San Pedro hay miedo. Y se les ve el esmero llevando a sus niñas de la mano y atentas todo el tiempo a sus movimientos.

"No sé qué hacer, tengo una niña de meses, otra de 11 años y un niño de 9, vivo en pánico", cuenta María Giraldo, residente en Pantanillo, cerca al sitio donde fue ultrajada Karen.

En los colegios y guarderías están en campaña contra este flagelo y por eso el día del sepelio de la niña -miércoles 18- no hubo clases y a todos los llevaron al funeral.

"Queremos que vean lo que les puede pasar y que digan sin miedo si les pasa", precisaron Miriam Lopera y María Zapata, del colegio Pío XII.

"Nos da mucho miedo, qué pesar de esa niña", dijo Yéssica Ramírez, de 11 años, con sus ojos llorosos junto al féretro de la niñita. Pero lo peor es que en San Pedro no hay sólo temor.

"Siento venganza, cómo le van a hacer eso a una criaturita tan pequeñita", confiesa Vanessa Luján, joven madre de una niña de tres años a la que agarra fuerte de la mano para protegerla bien.

Ella siente que en su pueblo el peligro acecha. Que la hijita de Maryluz y Húber fue la mártir de una causa que San Pedro debe emprender con decisión: acabar con el flagelo oculto de las agresiones sexuales.

Tuvo que morir Karen para que abrieran los ojos. Pero ese despertar no puede ser con turbas rabiosas tirando piedras y buscando linchamientos. El camino es la denuncia, la ley. Y ya les llegó la hora.
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