<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

Nicaragua: 6 meses de protestas que ya marcaron una generación

322 muertos y 3.000 detenidos son parte del saldo de las manifestaciones contra el gobierno.

  • Policía de Nicaragua detiene a un manifestante durante una protesta contra el gobierno de Daniel Ortega el 14 de octubre. FOTO: EFE
    Policía de Nicaragua detiene a un manifestante durante una protesta contra el gobierno de Daniel Ortega el 14 de octubre. FOTO: EFE
Nicaragua: 6 meses de protestas que ya marcaron una generación
18 de octubre de 2018
bookmark

Valeska Valle dijo que iba a comprar una gaseosa y escapó de su casa en Managua para unirse a las protestas contra el presidente Daniel Ortega. Hoy, seis meses después, sigue sin volver: permanece en la clandestinidad, sus hermanos están fuera del país y su madre recibe casi a diario visitas de la Policía que intentan localizarla.

Tiene 22 años y era estudiante de la Universidad Centroamericana (UCA). Su vida y la de muchos de su generación, ha cambiado en pocos meses por la crisis política en Nicaragua que inició el 18 de abril. Lo que empezó como un movimiento de rechazo a una reforma pensional, ha escalado al punto de que los gremios, los partidos políticos y hasta los antiguos aliados de Daniel Ortega se han unido para pedir elecciones anticipadas y rechazar la represión estatal, que ha dejado al menos 322 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh).

El 19 de abril, indignada por las imágenes de los ancianos golpeados frente al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social el día anterior, Valeska llegó con tres de sus amigas a la Universidad Nacional de Ingeniería y se atrincheró junto con estudiantes de otras instituciones. “Había francotiradores concentrados en el Estadio de Béisbol cerca de la Universidad, nos sacaron a punta de bala”, recuerda Valeska.

Entonces debió tomar una decisión: regresar a su casa o seguir. Y siguió. Se atrincheró en la Universidad Politécnica de Nicaragua y de allí ha pasado breves periodos en al menos cien casas de desconocidos que apoyan las protestas contra el gobierno. Asegura que, contrario a la versión oficial, su causa no es violenta: “Elegimos el camino más largo, el de la lucha pacífica, que suma a más personas. Una guerra lo que hace es dividir”.

“Es peor que en Venezuela”

El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) identifica cuatro etapas de la crisis política durante estos seis meses. La primera fue la convocatoria contra las reformas pensionales en abril, seguida inmediatamente de la represión estatal entre abril y mayo. Esta llegó a su punto máximo durante la marcha del día de la madre, el 30 de mayo, en la que las mujeres que habían perdido a sus hijos en las manifestaciones iniciales, también fueron reprimidas por las fuerzas policiales.

La tercera etapa fue el intento de diálogo entre el gobierno con los gremios, los estudiantes y las organizaciones civiles, en el que también participaron organismos internacionales como la Cidh, la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los derechos Humanos entre otros. La cuarta, sin embargo, ha sido una nueva ola de violencia, marcada por medidas como la tipificación del delito de terrorismo por parte del gobierno, la prohibición policial de las protestas en septiembre y la migración de al menos 300.000 nicaragüenses que solicitan asilo en Costa Rica, muchos de ellos estudiantes como Valeska.

“En este punto, incluso los miembros de las Ong, somos un objetivo de la represión. La situación es peor que en Venezuela”, afirma Marlin Sierra, vocera del Cenidh. Su organización y otras como la Comisión Nicaragüense Pro Derechos Humanos, además de acompañar a las víctimas de las protestas, buscan abogados que defiendan a las 450 personas detenidas, de las cuales 320 tienen procesos por rebelión y terrorismo.

La herencia del sandinismo

Aldo Olano, doctor en estudios latinoamericanos y docente de la Universidad Externado, explica que “la reforma pensional fue el catalizador que dinamizó los problemas acumulados por años bajo ese gobierno, como la reelección indefinida de un gobierno en crisis como el Daniel Ortega”. El que en su momento fuera uno de los triunfadores de la revolución sandinista, el movimiento que puso fin a la dictadura de Anastasio Somoza a finales de los 70 , hoy es un “líder desgastado, más similar a un pastor cristiano”, afirma Olano.

Un presidente lejano para una generación como la de Valeska, quien creció en los noventa, en medio de la renovación encabezada por la mandataria, Violeta Chamorro, quien puso fin a la primera presidencia de Ortega. Al igual que en ese momento coyuntural, Valeska y Marlin sienten que están asistiendo a un punto de giro de la historia. “El gobierno no lo quiere admitir, pero desde el 18 de abril está pasando algo en Nicaragua”, dice Valeska.

Algo que en el proceso ha roto familias –padres sandinistas que han denunciado a sus hijos por participar en las protestas–; convertido a decenas de estudiantes en activistas clandestinos y, tras seis meses, continúa mientras los conteos de víctimas solo coinciden en una cosa: su tendencia a aumentar.

Infográfico

Te puede interesar

El empleo que busca está a un clic

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD