viernes
7 y 9
7 y 9
Este lunes, con uno de los países más pequeños del continente amaneciendo tras la reñida jornada electoral que dejó como presidente a Mario Abdo Benítez (46 %) en detrimento de Efraín Alegre (42 %), toda la región se enfocó en el análisis sobre el triunfo de la derecha en ese país y las implicaciones que dejará.
Entre felicitaciones de los gobiernos de derecha de la región y Occidente (como Brasil, Argentina, Perú, España y Estados Unidos) las primeras palabras de Abdo fueron: “tenemos que construir un país con responsabilidad y seriedad, es lo que espera de nosotros el pueblo paraguayo. Es el momento de renovar el compromiso que hemos hecho durante nuestra campaña, hoy se acaban las divisiones estériles, se acabó el debate, vamos a ser un pueblo unido”.
¿Pero realmente existen opciones de que Paraguay, que no hace meses asistía a fuertes disturbios frente al Congreso en Asunción, pueda trabajar de la mano sin importar las ideas políticas? EL COLOMBIANO consultó con expertos que admitieron que Abdo ganó gracias a no cerrar tantas puertas en su campaña.
“Logró aglutinar tanto al voto del Partido Colorado (mayoritario en Paraguay) como a muchos de los que se oponían a la administración de su antecesor, Horacio Cartes, a pesar de que es del mismo grupo político. Fue a la vez oficialista y opositor. Es decir, mostró que con él es posible un viraje sin que se pierda el buen camino que Paraguay ha acumulado en los últimos años”, consideró Lisandro Sabanés, editor político del portal Letra P y docente de la Universidad Nacional de La Plata.
El país mantiene desde 2010 una de las más altas tasas de crecimiento en la región, se está modernizando y, a pesar de que tiene fuertes desafíos en el plano de la desigualdad, parece no querer grandes sobresaltos.
Precisamente, a ese desafío se refirió Estela Ruiz Díaz, columnista del diario Última Hora de Asunción: “Paraguay es un país profundamente desigual, con problemas en educación, salud y una pobreza muy alta. Pero veremos si Abdo avanza en esto, porque él solo representa el continuismo”.
Para ambos expertos, aún si tiene voluntad de hacerlo (ver ¿qué sigue?), tendrá muchas dificultades para gobernar con un Congreso que quedó dividido.