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Lo que va siendo una semana negra para Europa en el tema migratorio, tuvo ayer en la región oriental austriaca de Burgenland, su capítulo más nefasto. Fueron descubiertos por lo menos 20 cadáveres en descomposición, de migrantes apilados en un camión estacionado al borde la autopista Budapest (Hungría) - Viena.
Según los primeros análisis forenses, las víctimas murieron 36 horas antes del descubrimiento. Las autoridades no han revelado la cifra exacta de muertos, aunque se estima que podría subir hasta 50. Según explicaron a medios locales, el estado de descomposición de los cadáveres dificultaba precisar la identidad y el número de migrantes.
Hans Doskozil, jefe de policía de Burgenland, afirmó que el camión fue abandonado el miércoles con la puerta trasera abierta para que se vieran los muertos.
El camión pertenecía hace años a la empresa eslovaca Hyza para transporte de carne de pollo, parte del consorcio Agrofert, propiedad del ministro de finanzas checo Andrej Babis. El consorcio respondió en una declaración que vendió el camión en 2014, pero que los nuevos propietarios no retiraron los logos, según se requiere.
Al tener placas de Hungría, el gobierno de dicho país tuvo que iniciar una pesquisa, y ya informó que el camión estaba registrado a nombre de un ciudadano rumano en la ciudad de Kecskemet.
Las reacciones ante lo ocurrido, desde diversos puntos geográficos y políticos del viejo continente, han condenado la situación, pero como siempre han diferido a la hora de señalar las causas o los culpables.
La ministra de Interior austriaca, Johanna Mikl-Leitner, condenó a los traficantes: “Aquellos que todavía piensan que son amables ayudantes de refugiados están más allá de toda redención”.
A 40 kilómetros del lugar de los funestos hechos, en Viena, la canciller alemana, Angela Merkel, se reunía con los demás líderes europeos en la denominada Cumbre de los Balcanes, precisamente enfocada en buscar salidas a la crisis de refugiados que golpea al continente.
Allí recibió la noticia y, tanto por cercanía al lugar como por pertinencia de la ocasión, reiteró su llamado a que Europa responda de forma unificada a un asunto que no podrá tener más dilaciones.
“Esta tragedia nos insta a afrontar el tema de la inmigración de forma rápida y con espíritu europeo, el de la solidaridad. Ahora hay un número de refugiados en el mundo sin parangón desde la Segunda Guerra Mundial. Por la experiencia histórica de Europa, el continente tiene el deber de ofrecer ayuda y protección a este colectivo”, afirmó.
Por su parte, el canciller federal austríaco Werner Faymann aseveró que “la tragedia pone de manifiesto la importancia de que todas las naciones colaboren en busca de soluciones para el flujo de migrantes”.
Con este incidente, ya son seis los hechos violentos o mortales que han llenado titulares mundiales en la semana, frente al tema de la migración irregular rumbo a Europa. El dato es más preocupante si se nota que solo ayer, la policía húngara detuvo a 3.241 migrantes, 700 más que el día anterior.
Pero expertos consideran acertado el cambio de enfoque gradual que se ve en líderes europeos como Merkel y Hollande, que prevén una estrategia mucho más amplia que la militar y más humana.
“Se busca no solo controlar, sino darles incentivos a estos países de los Balcanes para que garanticen condiciones aceptables para los migrantes. No todos tienen la capacidad de Alemania y se necesitan soluciones de fondo, satisfactorias para todos. La estrategia de los centros de acogida en la UE y la reunión de Viena son herramientas para lograrlo”, explicó Enrique Serrano, internacionalista y docente de la Universidad del Rosari.o