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Cada día han muerto
15 migrantes en el 2018
Ayer, mientras en Alemania se discutía una ley para refugiados, una embarcación de, aproximadamente, 90 personas naufragó frente a la costa de Libia, paradero temporal de ese corredor para poder llegar a la península itálica. Esta es una cifra mínima si se compara con el consolidado de migrantes muertos en lo que va del año.
Han transcurrido 33 días de este 2018, y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ya tiene registrados a 493 refugiados que han muerto en todo el mundo en su proceso de migración hacia un destino internacional, incluidas las personas que buscan asilo.
El dato es preocupante al considerar que podría superar de largo los registros anteriores. Esto si se tiene en cuenta que en 2017 más de 3.100 migrantes murieron o desaparecieron intentando cruzar el mar Mediterráneo para llegar a Europa, y de esa cifra cerca de 2.800 personas perecieron frente a las costas de Libia, según un informe de la OIM.
En el viejo continente, aunque las cuotas o los números de permisos de residencia siguen siendo potestativos de los Estados en cuanto haya ofertas laborales y permisos de trabajo, es la Unión Europea, y en concreto el Parlamento Europeo, el que tiene que hacerse cargo de la gestión de una serie de elementos fundamentales con relación a este tema.
“Europa es un continente muy pequeño con fronteras muy débiles. La línea fronteriza sur es gigante y cuenta con entradas por muchas partes. Eso ha dificultado la forma en la que se debe dirigir el tema de los inmigrantes que buscan llegar a la región”, le dijo a EL COLOMBIANO Javier Castillo, sacerdote jesuita que trabaja con las comunidades de inmigrantes en Islas Canarias (España).
En este orden de ideas, la Unión Europea debe gestionar tres frentes: la migración regular, la migración irregular y las líneas fronterizas.
La migración regular, se refiere a aquellas personas que por nacionalidad o libre tránsito de los acuerdos Schengen, tienen derecho a circular libremente por los diferentes países de los Estados miembro.
El Parlamento también debe gestionar la migración irregular. La Unión hace los retornos en caliente, en donde se deben respetar los derechos fundamentales, pero estos no siempre se respetan y se hacen en condiciones de indignidad.
“Aquí en España existe una cosa aberrante. Se llaman los Centros de Internamiento de Extranjeros, en donde los migrantes que vienen de manera irregular son retenidos mientras se define su situación de retorno a su país de origen. Estas son cárceles y la infracción que puede cometer un inmigrante es una falta administrativa, pero nunca penal y no puede ser privado de su libertad”, añadió Castillo.
Finalmente, hay una medida que debe gestionar la Unión Europea y es la seguridad y defensa fronteriza. Para eso se estableció una estrategia que se llama el Frontex.
Estos tres elementos de gestión que deben orquestar los órganos centrales de la UE no son una tarea fácil. Europa es un continente diverso, constituido por 28 Estados profundamente disímiles y que no perciben el problema de la migración con la misma intensidad que sí lo hacen, por ejemplo, aquellos países que tienen por frontera al mar Mediterráneo.
“Desde 2005 estamos en una de las crisis más grandes de la historia, incluso peor que la que se generó después de la Segunda Guerra Mundial. Aquí en la Unión hemos tenido, entre 2015-2016, 2.5 millones de solicitudes de asilo. En ese mismo par de años se registraron más de dos millones de cruces ilegales de las fronteras, entre ellos los saltos a la valla de Ceuta, a la valla de Melilla y los cruces por Turquía que son muy delicados y que han ocasionado la muerte de miles de personas que quieren llegar a la Europa de sus sueños”, añadió Castillo.
A partir del 1 de agosto, 1.000 personas por mes serán autorizadas a inmigrar a Alemania en el marco del reagrupamiento familiar, una cuota que no incluye a “los casos de urgencia”.
Los conservadores de la canciller Angela Merkel reclamaban, en principio, congelar totalmente el reagrupamiento familiar, en tanto que los socialdemócratas, por el contrario, desean una mayor generosidad.
“Tras un debate difícil, necesitamos resultados ya que estamos hablando de seres humanos. Y, nuestro resultado y compromiso se encuentra a la vez lleno de humanidad, responsabilidad, generosidad y realismo”, subrayó ante el Bundestag, cámara baja del Parlamento federal, el ministro del Interior de Alemania, Thomas de Maizière.