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Después de analizar la información de satélites, transporte aéreo y estaciones terrestres en más de 3.000 lugares urbanos y rurales, la OMS concluyó lo impensable: el 92 % de la población mundial habita en sitios donde los niveles de calidad del aire exceden los límites.
Nunca antes un estudio había precisado con tal detalle acerca de cómo se ha expandido la contaminación del aire, y aún más grave, sobre su impacto en la salud.
Y es que cerca de 6,5 millones de muertes (11,6 % de todos decesos en el mundo) tienen relación con la contaminación del aire; casi el 90 % de los casos ocurren en países de ingresos bajos y medios, mientras dos de cada tres se producen en Asia Sudoriental y del Pacífico.
El informe revela además que el 94% de los fallecimientos se deben a enfermedades no transmisibles, sobre todo a enfermedades cardiovasculares, a accidentes cerebrovasculares y al cáncer de pulmón, sin descartar que también se aumenta el riesgo de contraer infecciones respiratorias agudas.
“La contaminación del aire continúa dañando la salud de las poblaciones más vulnerables, como las mujeres, los niños y las personas de edad avanzada”, informó Flavia Bustreo, subdirectora general de la OMS, y añadió que “para que las personas estén sanas, deben respirar aire limpio, desde la primera inhalación hasta la última”.
Según Luis Jorge Hernández, coordinador área de Salud Pública de la Universidad de los Andes, coincidencialmente estas son zonas de alta producción industrial, de maquilas con grandes cantidades de trabajadores que elaboran productos por medio de combustibles fósiles y sin buenas prácticas de seguridad, incluso utilizando fuentes energéticas no limpias, como el carbón vegetal.
“El combustible fósil, sobre todo el diesel y el carbón, producen material particulado, muchas veces muy pequeño, de menos de dos micras, que penetra las vías respiratorias o produce una inflamación vascular”, explica el especialista, y detalla que una vez los contaminantes entran en contacto con las de células endotoriales, las que cubren las arterias, se produce una inflamación que hace que los vasos sanguíneos se inflamen y la sangre tenga más resistencia al paso.
De igual forma, continúa Hernández, esta contaminación también contiene altos niveles de plomo, que compite contra el calcio en el organismo y favorece el aumento de la tensión arterial, hasta producir enfermedad coronaria y hasta derrame cerebral.