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Estados Unidos hablaba en 2009 de cambios en política. Con una campaña favorecida por las redes sociales, Barack Obama, abogado y antes senador por el estado de Illinois, se posesionó, convirtiéndose en el primer presidente afroamericano de ese país.
La transformación en las relaciones raciales, y luego una mejor proyección internacional de EE. UU. con el Premio Nobel de Paz, la firma de un acuerdo nuclear con Irán y el restablecimiento de relaciones con Cuba, fueron los primeros escaños hacia el giro. En Alemania, por ejemplo, la favorabilidad de EE. UU. se duplicó y en el Reino Unido, la confianza en el demócrata aumentó 16 % respecto a la que había con George W. Bush.
No obstante, en opinión de Juan Hernández, estratega del Partido Republicano, la palabra cambio se le agotó muy pronto a Obama: “Terminó sus dos mandatos sin conseguir que el Congreso aprobara la reforma migratoria, tampoco desmanteló la prisión de Guantánamo y no hizo lo suficiente para que un hombre como Donald Trump subiera al poder, aunque fuera su enemigo”.
Eso sí, el que hoy se convertirá en expresidente pasará a la historia en una condición distinta a la de sus antecesores. Si bien la cultura política norteamericana es diametralmente distinta a la colombiana, y los expresidentes, más que intervenir en decisiones, se vuelven consejeros y conferencista con una influencia inferior a la que un día tuvieron, Mauricio Reyes, internacionalista de la Universidad Nacional, dice que, por primera vez en ese país, el tipo de intervención cambiará.
“Obama se quedará en Washington y se volverá la figura más destacada del Partido Demócrata. Con eso, procurará que no haya cambios drásticos en su programa de salud, el Obamacare, y va a ser muy consultado por la prensa, que no dejará de compararlo con Trump”, apunta el analista, para quien los asuntos sobre Cuba, Irán y hasta Rusia también pasarán indirectamente por su escrutinio.
“Él puede evitar en su nueva posición que la polarización y la distancia con China sea un abrebocas a una nueva guerra fría, ya no con la Unión Soviética”, apunta.
Por la misma línea proyecta Emilio Viano, académico de la American University, a Obama. Según dice, él fue claro durante sus últimas conferencias de prensa de que tiene toda la intención de ser un miembro activo de la comunidad política de Estados Unidos, y aún no renunciará a su esfera pública. “Se queda en Washington con su familia y va a dar la pelea contra Trump como una figura fuerte de oposición”, detalla.
De hecho, concluye el experto, no hay nada que le impide volver a lanzarse a la presidencia y quitarle el trono a Trump. “En cuatro años, Obama tendrá apenas 59 años. Tiene todo el perfil y el vigor para encarrilar lo que este presidente ponga al revés”, asevera.