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Cuando termina un día corriente en Estados Unidos, los registros muestran que en promedio 31 ciudadanos fueron asesinados con armas de fuego. De ellos, siete eran niños y adolescentes, que cada mes suman 210 y cada año 76.650, según el Centro Brady para Prevenir la Violencia con Armas.
Aunque Barack Obama puso en marcha nuevas medidas a comienzos de año para la segunda enmienda de la Constitución, que garantiza a todos los estadounidenses el derecho a tener armas, todavía una de cada tres personas conoce a alguien a quien le han disparado, y los niños mueren 11 veces con mayor frecuencia por disparos que en cualquier otra nación de ingreso alto.
Las armas son el enemigo más próximo y ruidoso de Estados Unidos, y además de los números escalofriantes, quedan las madres con la sensación de que perdieron lo más preciado antes de tiempo y de que el Gobierno poco hace para que su tragedia no se repita en otras familias.
Esa mezcla de ausencia y frustración, pero también de búsqueda de salidas, fue justamente la que Ali Smith, una fotógrafa neoyorquina obsesionada con los retratos “crudos y veraces” de madres e hijos, logró capturar en una serie denominada ‘7 niños al día’.
La artista, que se valió de su sentir de madre y mujer para hacer fotografías honestas, le contó a EL COLOMBIANO sobre el efecto de su trabajo.
¿Por qué en su catálogo la mayoría de fotografías son de madres?
“Porque me preocupa profundamente cómo vivimos. Manejamos desafíos únicos: soportamos el abuso, la desigualdad en los salarios y en el trato social, al tiempo que conseguimos equilibrar la paternidad y el trabajo. Con la fotografía intento probar que al darnos una voz, nuestras luchas se van a escuchar más”.
¿Por qué las madres como protagonistas para su último trabajo?
“En la década de 1980, cuando una cantidad vergonzosa de jóvenes estaban siendo asesinados por los incidentes de conductores ebrios en Estados Unidos, madres formadas encabezaron movimientos para buscar la seguridad de sus hijos. Ahora, en vista de que el Gobierno está estancado en la discusión sobre las leyes de armas y de que la mayoría de sus líderes son hombres que no hablan desde la experiencia personal, necesitamos elevar la voz de las mujeres que llevan la lucha y que son ignoradas y hasta criticadas”.
¿Cómo vive una madre el día a día de la violencia por armas en EE. UU.?
“Cuando dejo a mi hijo en la escuela, a veces miro a sus maestros y compañeros, y me pregunto ‘¿será posible que hoy enloquezcan y le disparen a mi pequeño?’. Es el resultado de ver todos los días cuán enamorados están los americanos de las armas y cuán expuestos estamos a disparos accidentales. Detesto nuestra arrogancia. Vamos en picada para salvar al resto del mundo, como si fuéramos superhéroes, pero ni siquiera sabemos cómo cuidar de nosotros mismos”.
¿Y cómo lo viven las mujeres que usted fotografió?
“Si yo lloré por entre 2 y 4 horas por cada una de las que escuché, no puedo imaginar el agotamiento de ellas. Deben sentirse escurridas de tantas lágrimas y frustradas de que nunca podrán salir de su situación. Aunque sus hijos hayan muerto de 5 o 23 años, encontré que la experiencia siempre es la misma. Todos los días, sin falta, los echan de menos”.
¿Cuál de tantas historias que escuchó recuerda más?
“No existe una jerarquía para este tipo de pérdida. Aquí nadie merece lo que les pasó. Sin embargo, es difícil olvidar a Nicole Hockley, la madre de Dylan, que a los 6 años fue asesinado en la masacre de la Escuela Elemental Sandy Hook y que expresó su dolor como una ruptura física; o de Natasha Cristopher, que se siente rota en su interior cada vez que trata de recordar el olor y la sonrisa de Akeal, asesinado en su cumpleaños número 15”.
¿Cuál fue la reacción de ellas al ver las imágenes?
“Cualquier cosa que mantenga el nombre de sus hijos con vida significa mucho para esas mujeres. Una de ellas me dijo que había capturado integralmente su dolor y que ahora podría empezar a sanar. Eso es todo lo que podía esperar, que las fotos fueran reparadoras para ellas”.
¿Entonces confirmó el poder de la imagen?
“Sí. Desde la forma en que hablamos, una bomba nuclear, y por supuesto la fotografía, tienen la capacidad de cambiar”...