El viejo comunismo chino se enfrenta al desencanto

El PCCh cumple 95 años en medio de disputas territoriales con países vecinos y de descontento de los jóvenes por las reglas.

La sede del Partido Comunista de China reunió en Pekín a los líderes del movimiento en su aniversario número 95. Si bien sus cabezas proclaman éxito en sus acciones, crece el rechazo. FOTO ap

Cuando se cumplen 95 años desde que el Partido Comunista de China (PCCh) fue fundado, su presidente, Xi Jinping, reivindicó el papel de esa república con un replicado discurso en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, sede del Legislativo.

“China siempre ayuda a mantener la paz mundial, contribuye al desarrollo global y a mantener el orden en el mundo (...) La comunidad internacional se beneficia del desarrollo de China y China está dispuesta a ayudar al desarrollo internacional”, destacó.

No obstante, según informó la agencia Efe, el líder instó a los miembros del Partido a “tener valentía para caminar por aguas profundas”, y es que el país afronta ahora una demanda de Filipinas ante la la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya por la soberanía del 90 % del Mar del Sur de China, por donde pasan las rutas marítimas más transitadas del mundo y hay grandes depósitos de hidrocarburos y de recursos pesqueros.

Al respecto, Jinping aseguró en su discurso que está en contra de “forzar su voluntad sobre otros, entrometerse en asuntos internos o abusar de los débiles”, refiriéndose a los reclamos de Filipinas, Brunei, Indonesia, Malasia, Taiwán y Vietnam frente a la decisión de construir bases aeronavales chinas en las islas y arrecifes en disputa, y de incrementar el patrullaje militar.

“China no está interesada en construir un jardín en su patio trasero, sino un parque que pueda ser compartido por todos”, afirmó, y sin embargo agregó que China “nunca renunciará a sus derechos legítimos”.

Un sistema con fisuras

Jinping, el líder chino que más poder ha concentrado desde Mao Zedong, se mostró beligerante al hablar de Hong Kong o de la isla de Taiwán, áreas donde crece el rechazo hacia Pekín.

Y es que los hongkoneses, por ejemplo, consideran que el sistema por el cual disfrutaban de mayores libertades y derechos que el continente, denominado “un país, dos sistemas”, se ha quebrado con las últimas acciones de Pekín, como la detención ilegal del librero Lam Wing-kee durante ocho meses y bajo estricta vigilancia de agentes chinos, sin derecho a un abogado o a realizar una llamada a familiares.

La reacción de más de 6.000 ciudadanos que salieron a marchar por las calles de Hong Kong, inconformes con el caso del librero, es muestra de la adversión, que además se expresa en un cada vez mayor rechazo al PCCh.

En marzo, mientras 171 “miembros leales del Partido Comunista de China” firmaban una carta para pedir la destitución Jinping, un movimiento pacífico llamado Tuidang (que traduce Renuncie al Partido, en chino), lograba animar cada día a unos 60.000 ciudadanos chinos a liberarse de lo impuesto por el régimen comunista, firmando por renunciar simbólicamente al PCCh, a la Liga de la Juventud Comunista y a los Jóvenes Pioneros Comunistas.

Sobre esto, Enrique Posada, director del Instituto Confucio de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, dice que no hay un “desencanto” en China. “Sobre todo para los jóvenes es algo extraño el comunismo, no es prioridad para ellos estudiarlo, pero muchos se afilian al Partido porque saben que es el poder detrás del Estado, el poder detrás de la economía, la política, la educación, todo”, afirmó el experto, y agregó que Occidente debe entender que China tiene una concepción distinta de los derechos humanos, “y por lo tanto es error calibrarlos con nuestros estándares”.