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El Gobierno de Turquía decretó el estado de emergencia durante tres meses para hacer frente a las corrientes golpistas en el país y combatir “la amenaza a la democracia”.
La decisión fue anunciada por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien afirmó que esta medida busca proteger los valores democráticos.
“Esta medida no es en absoluto contra la democracia, el estado de derecho y la libertad. Por el contrario, tiene el propósito de fortalecer y proteger esos valores”, dijo el jefe del Estado después de reunirse con el Consejo Nacional de Seguridad y, horas después, con el gabinete de ministros.
Erdogan afirmó que la medida, recomendada al Gobierno por el Consejo de Seguridad que él preside, busca “acelerar encargarse de todos los elementos de la organización terrorista”, en referencia al grupo que encabeza el clérigo islamista Fetullah Gülen, al que el Ejecutivo acusa de orquestar el fallido golpe de Estado del pasado viernes.
Rechazo a la extradición
Entretanto, el mismo Gülen, señalado de “terrorista” por Erdogan, pidió a Estados Unidos, país en el que reside, que haga caso omiso de la solicitud de extradición efectuada por el Gobierno otomano.
“Es ridículo, irresponsable y falso sugerir que tuve algo que ver con el golpe fallido. Insto al Gobierno de Estados Unidos a que rechace cualquier intento de extradición”, apuntó el clérigo turco en un comunicado, en el que calificó de “venganza política” la petición de su país.
Turquía envió dos cartas a las autoridades estadounidenses, una al Departamento de Justicia, solicitando el arresto de Gülen, y otra al Departamento de Estado, pidiendo su extradición.
Además, el primer ministro turco, Binali Yildirim, prometió aportar toda la información necesaria para demostrar la implicación de Gülen en la asonada, al tiempo que acusó a Estados Unidos de proteger a un “cabecilla terrorista”.
La Casa Blanca indicó que revisará si los documentos presentados por las autoridades turcas cumplen con los requisitos establecidos por los dos países para ese fin, mientras Barack Obama llamó a su homólogo turco y le pidió investigar el golpe de Estado “con el debido proceso” así como “de la mano de los valores democráticos”.
Y es que Erdogan ha tomado duras medidas tras el golpe, deteniendo a casi 11.000 personas en menos de una semana e insinuando que podría aplicarles la pena de muerte para que el Estado no tenga que hacerse cargo de su manutención dentro de las cárceles.