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“Zarpazo a la libertad”. Con ese título, el diario venezolano El Carabobeño le dijo ayer adiós a 83 años de ediciones impresas que circulaban en ocho de los 24 estados de ese país.
Para sus directivos, el motivo obedece a “un enfrentamiento entre la verdad y el derecho que tiene la ciudadanía a estar informada, y un gobierno que llegó al poder mediante la malicia y el engaño para administrar el erario nacional y las instituciones como mejor les convenga”.
Su final es el mismo de muchos otros medios que, al no claudicar su independencia frente al chavismo, tuvieron que soportar restricciones para obtener divisas e importar insumos.
El Carabobeño denunció que con la creación de la Corporación Alfredo Maneiro, “se le ha negado (al diario), desde hace un año, la cuota de papel que legalmente le corresponde, porque se trata de una mercancía adquirida con dinero del Estado venezolano. Ha sido un ensañamiento con una empresa que, desde su fundación en 1933, nunca le temió a los ocupantes del Palacio de Miraflores, ni siquiera al tirano Juan Vicente Gómez, quien mandó al exilio en Cuba a nuestro director fundador don Eladio Alemán Sucre”.
En declaraciones a la agencia AP, Carolina González, jefa de redacción de El Carabobeño, dijo que el gobierno les está cobrando su línea editorial y que la salida de circulación pone en riesgo 266 puestos de trabajadores.
El hecho, sin embargo, no es para nada aislado. Para la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en Venezuela “es horrible” la falta de libertad de prensa y de expresión.
Así lo dijo a EL COLOMBIANO Claudio Paolillo, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP. En su concepto, El Carabobeño es un bastión del periodismo, de la defensa de la libertad de prensa y de expresión y su cierre fue inducido.
No se hizo a la fuerza, sino de una manera “diplomática”, por los problemas que le pusieron para adquirir dólares para pagar el papel periódico.
Paolillo, director del semanario Búsqueda, de Montevideo, anotó que Nicolás Maduro no entendió el mensaje que el pueblo le dio en las elecciones de diciembre de 2015. Además del espacio que ganó la oposición en la Asamblea Nacional, la gente votó para rechazar el autoritarismo y para reclamar una real democracia republicana.
A la de Venezuela, precisó Paolillo, le falta la separación de poderes, una justicia que actúe de manera independiente y también el ejercicio de la libertad de expresión, la cual está hoy más amenazada que en diciembre de 2015.
Como ejemplo, el vocero de la SIP indicó que la televisión está prácticamente al servicio del chavismo; el 90 por ciento de las estaciones de radio son controladas por el Gobierno de Maduro; a la prensa la asfixian con el control de divisas y las restricciones para importar papel, al punto de que diarios como El Nacional, que sacaba ediciones en semana de 60 páginas y dominicales de 120, apenas sí puede circular hoy con 16 páginas.
Ni en Internet los medios están a salvo, “porque Maduro tranca el libre flujo de ideas”. Inclusive, paga trolls para que ataquen en las redes sociales a periodistas, políticos y opositores. Hasta los blogueros están en la lista de personas amenazadas por el aparato de inteligencia .