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Al cumplir diez años como el primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales muestra unos resultados que contrastan, por ejemplo, con los obtenidos en Venezuela por los adalides del socialismo del siglo XXI, Hugo Chávez Frías (ya fallecido) y su sucesor Nicolás Maduro.
A este último mandatario lo acosan la escasez de alimentos, una inflación galopante, un país desindustrializado y un descontento popular en ascenso. Evo, en cambio, tiene una economía creciendo, en promedio, al 5 por ciento anual, programas asistencialistas que han bajado la pobreza extrema del 45 al 17 por ciento y la posibilidad de atornillarse en el cargo hasta el 2025, si pasa un referendo que le permitiría volver a postularse a la presidencia.
¿Por qué el contraste entre Maduro, quien fue chofer de metrobus, y Evo, indígena aymara que fue ladrillero, panadero y trompetero y cocalero?
Para Juan David Escobar Valencia, magíster en administración y especialista en temas de geopolítica, “Evo tiene un discurso medio doble. En público lanza consignas comunistas y críticas al imperio, pero al tomar decisiones es muy pragmático y no tiene problemas en negociar recursos con el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la CAF o el BID. Él, realmente, no ha entrado en esa doctrina del socialismo del siglo XXI”.
En su concepto, en eso Evo se parece a Rafael Correa, presidente de Ecuador, “quien siguió despotricando del FMI y el BM, pero porque halló financiación china”. Y también a Luiz Inacio Lula da Silva, expresidente de Brasil, “quien lanzaba consignas, pero se abrazaba con el que le tocaba y no peleaba con el capitalismo”.
El politólogo Gustavo Duncan tiene una perspectiva similar, pues considera que parte de la clave de la gestión de Morales se debe a que ha contado con buenos tecnócratas. Así mismo, el docente y escritor destaca que al mandatario lo favorecieron los buenos precios internacionales de las materias primas que exporta “y, al igual que Correa, en Ecuador, no ha peleado con los empresarios ni ha realizado expropiaciones”.
Prudencia, ortodoxia
Esa es, para Gustavo Canavire- Bacarreza, una característica del manejo que Evo le ha dado a la economía boliviana, “a pesar de que el mandatario habla de manera heterodoxa”.
Según el Doctor en economía de la Universidad estatal de Georgia, “la política fiscal y monetaria ha sido, en general, ortodoxa y eso ha permitido que la economía no tenga choques como los de Venezuela o Argentina”.
Evo fue afortunado. Antes de que él llegara a la presidencia, Bolivia reformó su ley de hidrocarburos y, luego, al registrarse el aumento de los precios del petróleo y el gas, el país obtuvo recursos extraordinarios que sirvieron para estimular el gasto público y programas para beneficiar a los sectores más pobres de la sociedad. (Ver infográfico).
Canavire-Bacarreza destaca la fuerte reducción de la pobreza en Bolivia y de los niveles de desigualdad social. No obstante, al responder a la pregunta de ¿por qué los pobres lo son hoy menos que hace una década?, el economista dijo que la explicación hay que buscarla en el hecho de que estos sectores de la población han tenido mejores ingresos. Eso ha pasado en una economía cuyo Producto Interno Bruto (PIB) saltó en la década de Evo de US$9.000 millones a US$33.794 millones.
El asunto, para el también profesor universitario, es que a pesar de las grandes transferencias de recursos que se han hecho a los sectores de la salud y la educación, los bolivianos no están ni mejor educados ni tienen un mejor sistema de salud.
Eso sugiere que los programas sociales han tenido un fuerte contenido asistencialista, cuya sostenibilidad se probrará ahora que los precios de los productos que le aseguraron un período de bienestar, tienen deprimidas cotizaciones en el mercado mundial.
El criterio de Canavire-Bacarreza es que “si los ingresos del país caen, volveremos a los niveles de desigualdad de antes”.
Pero también hay lunares. El mismo Evo Morales reconoció ayer que su gobierno tiene debilidades, como la alta tasa de mortalidad materna, la corrupción, visible en el manejo de un fondo para proyectos indígenas, y una crisis persistente de la Justicia.
Esas son frustraciones para los bolivianos. El profesor Canavire-Bacarreza resaltó que los bolivianos esperaban que la corrupción cediera bajo el nuevo sistema económico promovido por Morales. Pero eso no ha pasado. Tampoco se ha logrado romper la captura de la justicia por parte del gobierno, que es quien impone a los jueces. La institucionalidad está resentida y hasta el organismo electoral está subordinado al poder Ejecutivo, aunque no hay pruebas de que eso se haya traducido en fraudes durante los comicios .