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Después de haberle sacado provecho durante meses al fantasma de México —y de los mexicanos, a quienes llamó “violadores y criminales”—, el candidato presidencial estadounidense Donald Trump realizó una sorpresiva visita al presidente de dicho país, Enrique Peña Nieto en su residencia de Los Pinos.
El magnate aterrizó a las 2:00 p.m. en el Aeropuerto Benito Juárez de Ciudad de México, la enorme urbe que es centro neurálgico de ese país y de esa cultura que recientemente insultó y que aún propone apartar con un muro.
Para ese momento, ya una lluvia de críticas internacionales llevaba horas asentada en la opinión pública. Los motivos que tuvo Trump para mostrarse conciliador, tal como los del mandatario mexicano, fueron los interrogantes que ayer alimentaron el debate.
“No sé dónde esté Hillary Clinton. Escuché que iba a Cincinnatti, pero creo que el pueblo estadounidense puede ver un gran contraste ante lo que hace Donald Trump, quien recibe una invitación de un líder mundial, deja a un lado lo que está haciendo, y viaja a México para sentarse a negociar. Para poner en la mesa los intereses de EE. UU. y trabajar con nuestros vecinos en vías más constructivas y efectivas”, dijo Mike Pence, fórmula vicepresidencial del magnate, a CNN.
A pesar de esta retórica distinta, Pence confirmó que nada en esta visita cambia sus polémicas propuestas políticas: “Lo que escucharán es que Trump reiterará su compromiso por una frontera fuerte, por construir un muro. Y también dejará muy claro: no habrá camino a la ciudadanía. La gente tendrá que irse del país para obtener estatus legal”.
De hecho, en la tarde ambos políticos realizaron una rueda de prensa tras su reunión, en la que buscaron beneficiarse a su modo. Mientras que Peña Nieto pidió “respetar al pueblo mexicano”, Trump aseguró que le tiene “gran respeto”, pero mantuvo su plan de “construir un muro para frenar la inmigración ilegal”.
“Discutimos con el presidente Peña Nieto mi idea de construir un muro en la frontera, un derecho soberano y benéfico para ambas partes, pero no hablamos sobre quién lo pagaría. Eso se hará en una fecha posterior”, dijo Trump.
“La comunidad mexicana contribuye todos los días con su talento y trabajo a la prosperidad de Estados Unidos”, replicó Peña Nieto.
Uno de los indicios más claros del objetivo que persigue Trump se pudo ver en el comunicado publicado ayer por el presidente del Partido Republicano en México, Larry Rubin: “la visita ayudará a clarificar mucho de lo que se ha hablado de la relación de ambas naciones en la campaña. Para Trump, esta es y será prioritaria”.
¿Logrará el candidato limpiar su imagen en lo poco que queda de campaña? Para Patricio Navia, politólogo y docente de la Universidad de Nueva York (NYU), no tendrá éxito. “Será muy poco lo que logre. Máxime si ha cruzado el barro durante meses. Trump necesita demasiados viajes a México como para tener un efecto en la evaluación que el votante estadounidense hará de él. Además del riesgo que los moderados no le crean, también puede perder votantes de la línea dura, pensando que es un acomodaticio”.
Otro factor que está presente es que Peña Nieto no solo se reunirá con él y, “al estar Clinton en la agenda, tras una cumbre con la demócrata será más difícil para el republicano afirmar que México pagará por el muro y hará lo que él les pide”, advirtió.