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Cuando un país declara la hambruna significa que ha llegado a su nivel más extremo de crisis alimentaria y nutricional, que la gente está ingiriendo menos de 2.100 kilocalorías por día, que, literalmente, la población muere de hambre.
Aunque una alerta de este tipo no se declaraba desde 2011, cuando Somalia lanzó su grito de auxilio, ahora Sudán del Sur (oriente de África ) hizo oficial su declaratoria para dos condados: Leer y Mayendit, donde 100.000 personas carecen por completo de alimentos, y en el resto del país hay un millón que no tardarán en vivir lo mismo.
La situación se agrava por dos factores: el conflicto y la pobreza. Los enfrentamientos, que se han agravado en los últimos dos años, entre la etnia dinka (35% del país), y el vicepresidente, Riek Machar, de la tribu nuer (15% del país), rebosaron la copa.
Entretanto, la producción de petróleo disminuyó un tercio (de 245.000 barriles al día pasó a 160.000), la moneda local se redujo de 2,9 libras sursudanesas a apenas 5 y hoy la inflación alcanzó el 800 %.
Con esos escenarios, el agro fue el primer damnificado y el que desencadenó la hambruna. Según Challiss McDonough, vocera del Programa Mundial de Alimentos (WFP, en inglés) en ese país, la falta de lluvias, la precariedad de las carreteras y el temor de los campesinos de quedarse en los campos, en esas condiciones, los obligaron a huir (a 3,3 millones) y a dejar las cosechas y los mercados abandonados.
“El país dependía mucho de la agricultura, de hecho era un gran importador de alimentos, pero como mucha gente se siente insegura, huyeron y ya no tienen qué comer ni qué vender. Luego, el país está pasando por una inflación tremenda, y tampoco hay dinero para que la gente pueda adquirir productos”, explica McDonough, y cuenta que muchos sursudaneses sobreviven a base de plantas que crecen en charcas y de semillas.
Laurent Duvillier, vocero de Unicef para África Central y del Oeste, añade que a las condiciones de la agricultura se suman las de infraestructura y seguridad. Con la mayoría de carreteras cerradas desde hace dos años y con toques de queda por todo el país, debido al conflicto entre los grupos, a las organizaciones humanitarias les ha costado mucho hacerse presentes para los más necesitados.
“Es extremadamente peligroso para nosotros y para ellos, que se encuentran en áreas muy inestables. Algunas veces podemos ingresar, pero la mayoría no y los problemas de salud y de alimentación se van acumulando hasta desencadenar en una hambruna incontrolable”, comenta, mientras McDonough agrega que muchas veces la solución es lanzar alimentos desde aviones y helicópteros, aunque con productos como el aceite y algunos frutos no es posible.