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“Nicaragua no ha salido del oscurantismo”, sostiene Juanita Jiménez, directora del Movimiento Autónomo de Mujeres de ese país centroamericano, donde una joven, acusada de estar poseída por el demonio, fue atada, lanzada a una hoguera y luego abandonada en un campo, al parecer por líderes de la iglesia Asamblea de Dios.
Vilma Trujillo García, de 25 años y madre de dos niñas, fue hallada por sus familiares y por mujeres del Colectivo Gaviotas con quemaduras en el 80 % de su cuerpo, a las que no logró sobrevivir.
Según pudo constatar la líder nacional con la comunidad de El Cortezal (noreste de Nicaragua), donde ella vivía, a Vilma la encerraron durante ocho días en la iglesia, hasta que el jueves pasado, argumentando que una extraña presencia la poseía, la desnudaron, la amarraron de pies y manos y la lanzaron al fuego.
Si bien la Policía Nacional arrestó por el crimen al pastor Juan Gregorio Rocha Romero y a cuatro supuestos cómplices, la Iglesia protestante Asamblea de Dios negó tener relación. “No tenemos iglesia organizada en ese lugar (El Cortezal), lo que hay es una obra incipiente integrada por laicos”, afirmó a medios el presidente de las Asambleas de Dios en Nicaragua, Rafael Arista, y añadió que en su lista de pastores no tienen a ningún Juan Rocha.
“Estamos impactadas e indignadas con este acto. En Nicaragua retrocedemos cada día y la región se cree a veces con derecho de ponerse por encima de las mujeres”, sostiene Jiménez, para quien el caso es una clara expresión del retroceso “sistemático” al que el gobierno del presidente Daniel Ortega (que completó este año un cuarto mandato) ha llevado en materia de derechos.
Según cuenta, el mandatario desmontó el sistema de atención de la lucha contra la violencia de género y cerró las unidades especializadas de atención de violencia. A eso se suma que Ortega, que promulga un socialismo cristiano, “ha manipulado el mensaje religioso para promover la discriminación”.