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La publicación del informe del Comité de Inteligencia del Senado estadounidense, en su investigación sobre torturas y excesos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) tras el 11-S, ha generado una grave polémica y duros señalamientos por parte de protagonistas de la política en Washington, algo lejos de terminar.
Máxime si trascendió que la agencia incluso contrató dos sicólogos, James Mitchell y Bruce Jessen, exmiembros de la Fuerza Aérea de E.U, para endurecer a conciencia los programas de tortura de la CIA a prisioneros sospechosos de terrorismo, labor por la cual recibieron 81 millones de dólares, según informó The New York Times.
Las declaraciones del director del máximo organismo de inteligencia del país, John Brennan, no hicieron más que agravar el asunto y dejar abierto el debate sobre las medidas que se deberán tomar.
¿Qué fue lo que dijo? Para muchos, trató de justificar los métodos de tortura de la CIA en pesquisas, asegurando que gracias a algunas “técnicas de interrogatorio mejoradas, no cabe duda de que los detenidos sometidos a estas prácticas ofrecieron información útil y valiosa”, para lograr, por ejemplo, ubicar y capturar a Osama Bin Laden.
Ante esto, la senadora demócrata Dianne Feinstein, respondió en su Twitter que “las prácticas de interrogatorio coactivo no funcionan. Pero la recolección tradicional de inteligencia, en las pesquisas y en la aplicación de la ley sí”.
En diálogo con El Colombiano, Diego Cediel, docente de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, cree que el debate que se está dando es, en algo, un alivio para una administración Obama debilitada por las críticas sobre su política exterior.
“Después del 11 de septiembre, E.U. alteró los límites legales para hacer inteligencia contra el terrorismo. Y esto tuvo legitimación política del mandato de Bush. Lo que genera un debate que le cae muy bien a Obama, dada su postura de no militarizar las crisis en el mundo, como argumento de su política exterior”, dijo.
Germán Sahid, docente de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, coincidió con Cediel: “Durante el gobierno republicano de George W. Bush, cambiaron estas técnicas de tortura en interrogatorios, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo y dotando estos hechos de una atmósfera de alegalidad, bajo la excusa de la seguridad”.
“¿Pero por qué es relevante ahora? Es un cálculo político del gobierno. Obama tiene bajos índices de aprobación, y tiene que empezar a revertir eso, no solo por él, sino por los demócratas, para las próximas presidenciales”, concluyó .