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Con solo dos meses de iniciado su Gobierno, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, decidió prescindir de las labores de su fórmula vicepresidencial, Jorge Glas, con quien aseguraba que las bases del correísmo se mantendrían.
El eco de un audio en el que un exdirectivo de Odebrecht en Ecuador y el excontralor ecuatoriano Carlos Pólit vinculaban a Glas en la lista de sobornados por esa firma brasileña tuvo que ver, pero el anuncio de Moreno llegó justo después de un vaivén de diatribas entre los más fieles seguidores del expresidente Rafael Correa y quienes comienzan a hacerse a un lado.
Glas afirmó, por ejemplo, que el presidente hizo un supuesto pacto con “personajes nefastos” de la historia nacional, refiriéndose a la supuesta entrega de puestos claves del Ejecutivo a cercanos al expresidente populista Abdalá Bucaram (agosto 1996- febrero 1997).
El exvicepresidente también cuestionó las apreciaciones de Moreno sobre la economía nacional, ya que éste responsabiliza a Correa de la “crisis” en el país y de un presunto “sobreendeudamiento” heredado de la anterior Administración. De hecho, dijo que Moreno se estaba apartando de la Revolución Ciudadana, el movimiento bandera de Correa, que estuvo por una década en el poder.
El actual mandatario se encontró además con una reducción de la bonanza ecuatoriana, que lo obligó a buscar recortes fiscales fuertes para devolver el dinamismo económico al país, una opción que no es del agrado de la base correísta y que en cambio fue el mensaje esencial de la oposición en la campaña de comienzos del año, liderada por el candidato de centro derecha Guillermo Lasso.
A su vez, la corrupción se hace menos tolerable en un contexto de crisis económica, de manera que las acusaciones a Glas, relacionadas con Odebrecht, condujeron a rupturas entre los seguidores del expresidente.
“La decisión de cancelar las funciones del vicepresidente puede avivar una disputa interna dentro del movimiento, que esperamos pueda ser resuelta”, dice Patricio Barriga, quien fue secretario de Comunicación de Correa, y agrega que no agota la esperanza de que se cumplan con fidelidad las promesas de campaña de Moreno: devolverle oxígeno al desgastado socialismo del siglo XXI, continuar con políticas sociales para garantizar el acceso a servicios públicos, salud y educación y hasta seguir apoyando los diálogos de paz entre el Gobierno colombiano y el Eln.