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Canadá se convirtió en el segundo país del mundo, después de Uruguay, en legalizar el comercio de la marihuana, tanto para su uso medicinal como recreativo. El anuncio se hizo el 20 de junio de este año y corresponde a la apuesta que su primer ministro, Justin Trudeau, emprendió desde su campaña para llegar a este cargo en 2015.
Ayer, con la puesta en marcha de la nueva regulación, decenas de personas aguardaron hasta que fueran las 0 horas del día para ser los primeros en comprar cannabis de forma legal. Ian Power, de la ciudad de Saint Jean de Terre Neuve, fue el primer hombre del país en adquirirla. Para Power, este hecho significó “hacer historia.
Voces de la legalización
Sin embargo, aún hay detractores de la medida. Inesa Devitto, quien vive en la ciudad de Vancouver, explicó a EL COLOMBIANO que, si bien hay personas que celebran la decisión, otros están en contra por los riesgos que puede representar que una persona consuma cannabis y conduzca, salga a trabajar u opere cualquier tipo de maquinaria. “Sigue siendo una droga y si en algún momento fue una sustancia ilegal fue por una razón”, comenta.
Trudeau celebró la nueva regulación. Para él, con la legalización “los beneficios están fuera de las manos de los delincuentes”. Respecto a las críticas sobre el peligro que esta puede representar para los menores de edad por un posible riesgo de consumo, respondió que la puesta en marcha de la medida se podrá proteger a los niños.
No obstante, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito rechazó la decisión de Canadá al considerar que esta va en contra de “las disposiciones de las convenciones de control de drogas y socava el marco legal internacional”.
Para controlar el consumo, el gobierno reglamentó que las personas solo pueden comprar 30 gramos de esta sustancia al día.
Análisis de Óscar Palma, profesor Universidad del Rosario y director del Observatorio de Drogas Ilícitas y Armas
“El mundo está avanzando un poco sobre la percepción de qué se debe hacer con las drogas. El debate se ha dirigido hacia la regulación y no tanto hacia la prohibición. No es fácil decir si es bueno o malo, depende desde dónde se mida. Es positivo descriminalizar el negocio porque, si se constituye una infraestructura, le quitas el negocio a las mafias. Pero también hay que esperar los impactos en el tema de salud. Legalizar implica el reto de acomodar toda la estructura institucional y empresarial para constituir un negocio alrededor de esto”.