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Llena de obstáculos estuvo la primera ronda de reuniones entre más de cien países para negociar “un instrumento legalmente vinculante que prohíba las armas nucleares para avanzar hacia su total eliminación”.
En el primero de tres encuentros en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, que tuvo lugar hace una semana, Estados Unidos, mediante su embajadora en la ONU, Nikki Haley, fue la voz del grupo de 40 países (entre los que están Francia, Reino Unido, Corea del Sur y Turquía) que se oponen tajantemente a la propuesta.
“No hay nada que desee más para mi familia que vivir en un mundo sin armas nucleares, pero hay que ser realista: ¿alguien cree que Corea del Norte estará de acuerdo en prohibir las armas nucleares?”, inquirió.
Añadió que quienes defienden la idea actúan de buena fe, pero desconocen la multiplicación de focos de tensión, como las amenazas de Corea del Norte, país imprevisible desde la óptica de la Casa Blanca.
De otro lado, quienes en cambio quieren favorecer las negociaciones, como Austria, Irlanda, México, Colombia, Brasil, Sudáfrica o Suecia, consideran que las potencias nucleares no han hecho nada en los últimos años por desarmarse, pese a la existencia desde 1970 de un Tratado de No Proliferación (TNP).
“Esto tomará tiempo, no seamos ingenuos, pero es muy importante, sobre todo en este momento en que asistimos a todo tipo de discursos de demostración de fuerza, que incluyen la amenaza de usar el arma nuclear”, afirmó en su intervención la ministra sueca de Relaciones Exteriores, Margot Wallström.
Con una división como la que se reflejó en la reunión de esta primera fase de negociaciones, que termina el 7 de julio próximo y promete abrir nuevos ciclos por los próximos dos años, será difícil llegar a un acuerdo de eliminación, como sí lo hubo para las municiones en racimo (2008) y las minas antipersonales (1999).
Según cuenta Tilman Ruff, experto en salud pública de la Universidad de Melbourne, impulsor de la propuesta en la ONU y uno de los fundadores de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares, la primera sesión se centró en la mejor manera de concluir un tratado para llenar la brecha jurídica para que “las armas más destructivas de todas las armas de destrucción masiva no están inequívocamente prohibidas en el derecho internacional”.
En esa discusión, comenta, fue más evidente el hecho de que “no hay manos derechas para las armas incorrectas, y que las armas nucleares en las manos de cualquier persona amenazan la vida y la salud de cada uno”.
Por ello, sostiene, aunque es claro que el tratado por el que luchan no eliminará las armas nucleares en el corto plazo, “sí es el paso más decisivo que ahora puede dar la mayoría de la humanidad que no posee o no quiere armas nucleares, para impulsar el desarme”, dice.
Añade que el tratado hará que todos los estados que poseen armas nucleares proscriban a los bandos internacionales hasta que se desarmen como están obligados a hacer.
La estrategia necesaria, concluye, es un régimen legal que establezca un estándar consistente y un objetivo de cero armas nucleares para todas las naciones. “Cualquier otra cosa es una receta para la proliferación”, asevera.
En eso concuerda, John Loretz, director de Programa dela Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, para quien el creciente riesgo de guerra nuclear en varias regiones del mundo da a estas negociaciones una verdadera urgencia, y muchas delegaciones del Estado y de la sociedad civil hicieron hincapié en este punto durante la primera semana de la conferencia.
Pese a eso, “el boicot de los estados nucleares y de los más dependientes de la energía nuclear mostró que ellos son igualmente culpables de la continua amenaza que las armas nucleares plantean al mundo”, cuenta Loretz, refiriéndose a las palabras antes descritas de Nikki Haley, aunque agradece que Corea del Norte, como era temido, no llevó a cabo un ensayo nuclear durante las negociaciones, que se desarrollaron con éxito sin ese tipo de distracción.
Sobre ese país, al experto le preocupa que, si bien hay conflictos armados activos mucho peores en este momento, incluyendo algunos que aumentan los riesgos de la escalada nuclear, como Siria, “los problemas en la península coreana requieren atención urgente si queremos prevenir un conflicto nuclear en el corto plazo”.