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A principios de junio del año pasado, la epidemia de ébola en África Occidental fijaba récords de fallecidos. No había suficientes camas para tratar a los pacientes y muchos se negaban a solicitar tratamiento.
Altos funcionarios de la Organización Mundial de la Salud en África plantearon la posibilidad de declarar una emergencia internacional, pero la respuesta de la sede de la ONU en Ginebra fue: “esperen”.
Según documentos obtenidos por AP, la agencia de salud de la ONU se resistió a declarar la alarma internacional hasta agosto, una demora de dos meses que algunos alegan pudo haber costado vidas.
Se cree que más de 10.000 personas han muerto a causa del virus desde que la OMS anunció el brote hace un año.
La OMS reconoció que actuó con demasiada lentitud para controlar el brote pero, en su defensa, dijo que la propagación del virus no tenía precedentes y culpó a la falta de recursos y datos desde el terreno.
No obstante, los documentos muestran que los directivos de la organización sí estaban informados de la situación, pero no declararon la emergencia porque ello podía enfurecer a los países afectados, interferir con sus intereses mineros o restringir el peregrinaje musulmán a La Meca en octubre.
“Eso es como decir que no quieres llamar a los bomberos porque temes que los camiones provoquen molestias en el barrio”, dijo Michael Osterholm, destacado experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Minnesota.