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Cuando el alcalde de Quito, Mauricio Esteban Rodas, llegó al cargo en 2014 el entonces presidente Rafael Correa lo nombró como parte de la “restauración conservadora”. Ese fue el término que utilizó para atacar a los alcaldes de derecha y centroderecha que, contrario a sus aspiraciones, obtuvieron las tres principales ciudades del país: Quito, Guayaquil y Cuenca.
Los ciudadanos, por su parte, celebraron el triunfo de Rodas como un acto de rebeldía contra Correa. Pero la aspiración de una administración alejada de los escándalos no se ha cumplido del todo. El actual secretario de movilidad, Alfredo León, llegó al cargo en mayo, luego de que su antecesora fuera retirada del cargo por un hecho de corrupción, relacionado con el cobro a taxistas por la asignación de cupos. León, encargado del proyecto estrella de Rodas, el Metro de Quito, habló con EL COLOMBIANO sobre su gestión.
¿Cómo ha sido llegar a una cartera crucial luego de un escándalo de corrupción?
“Pues no ha sido nada fácil. Casa adentro lo que hemos hecho ha sido reformular ciertos equipos de trabajo para cumplir con proyectos como el Metro y el sistema inteligente de transporte de Quito. El tiempo es corto, menos de un año para que termine el mandato del actual alcalde”.
El alcalde ha mencionado que ha debido trabajar sin el apoyo del Concejo...
“Sí. Es una oposición sin ninguna lógica en ciertos elementos. El alcalde venció al candidato del presidente Correa y perder la alcaldía de Quito fue un golpe muy fuerte en el ego de Correa. La instrucción fue oponerse a toda acción desde el ejecutivo de la ciudad. Lo cual es una irresponsabilidad ciudadana. Esto ha implicado retrasos en proyectos de movilidad como los cables aéreos”.
¿Cómo es la protesta social en Quito ante las tensiones políticas?
“Hay pasiones y tensiones, pero hay que mirar el futuro de nuestra ciudad y nuestro país. Creo que un gobierno más calmado como el del actual presidente, Lenín Moreno, permite hablar entre los dirigentes locales y nacionales. Antes la juventud tenía miedo de hablar, de protestar. Ahora abandonamos el temor y esto hace que la sociedad sea bastante crítica. Por eso tenemos que mejorar mucho, en mi área, en cuanto al servicio de movilidad. Los proyectos de transporte no deben ser solo de transporte, sino de construcción social. Eso hemos buscado con el Metro”.
¿Cómo va ese proyecto?
“Empezó hace 10 años. Yo mismo, como consultor privado, participé del estudio conceptual que definió que era una buena opción para una ciudad como Quito, ubicada entre montañas. Mientras más duro sea el suelo, más segura es la construcción de un metro subterráneo. Este mes llegó el primer tren, con 6 coches. Está previsto para 2020. Nuestra intención es marcar una agenda sólida que vaya más allá de una administración”