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Al menos 86 personas murieron y otras 186 resultaron heridas en el brutal atentado en Ankara, capital de Turquía. Dos bombas fueron activadas a las 10 de la mañana de ayer sábado en la estación de trenes de la capital turca. Este lugar era el que habían escogido cientos de manifestantes para realizar un acto por “la Paz, el Trabajo y la Democracia”. El ambiente ha estado tenso por las elecciones legislativas que se desarrollarán el próximo 1 de noviembre.
El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, confirmó las cifras de los heridos y muertos que dejó el atentado. No dijo, sin embargo, quién está detrás del atentado terrorista. Se sabe que entre los manifestantes estaban miembros de sindicatos de izquierda y de la organización prokurda de Turquía, HDP. Esta organización ha denunciado cerca de 400 atentados en su contra desde junio pasado.
Después de los ataques el gobierno turco impuso un bloqueo informativo temporal sobre las imágenes de las explosiones, como fotografías sangrientas o “imágenes que crean una sensación de pánico”. Un vocero advirtió a los medios de comunicación que podrían enfrentarse a un “apagón total” si no cumplían la orden.
La prevención del gobierno turco no sorprende. Durante las últimas semanas se han presentado enfrentamientos entre las fuerzas turcas y los rebeldes del Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK), grupo al que le han atribuido 150 policías asesinados. A este conflicto se ha sumado la guerra civil en Siria, país limítrofe con Turquía. La instalación de bases aéreas de Estados Unidos en Turquía para lanzar ataques contra grupos extremistas en Siria ha generado controversia. Y Rusia, por otro lado, ha intervenido en apoyo del gobierno sirio, bombardeando varias regiones en Siria y, según un informe del gobierno turco, violando el espacio aéreo en la última semana.
Las autoridades señalaron que este atentado “amenaza la democracia y la paz”. En los próximos días estarán suspendidos los viajes de campaña. El presidente, Recep Tayyip Erdogan, redujo su agenda en Estambul para regresar a la capital. El pasado 20 de julio un atentado suicida atribuido al Estado Islámico causó la muerte de 32 militares afines a los kurdos en la ciudad de Suruç, cercana a la frontera con Siria.